El FMI, Bruselas y Francia alaban la decisión del Gobierno de recibir los préstamos europeos"España ya no está negando lo evidente", podía leerse ayer en el Financial Times, horas después de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy defendiera "la victoria" de la credibilidad en Europa. Sin embargo, la petición de un crédito que podría alcanzar los 100.000 millones de euros para recapitalizar a su banca no hace más que indicar algo obvio: los balances de cuentas de las entidades patrias han sido "subestimados masivamente", indicó el Wall Street Journal. Cierto es que tras los precipitados acontecimientos del pasado fin de semana, Moncloa tuvo que darse por vencido al pulso de la comunidad internacional. Menos de 48 horas antes, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, volvía a pedir a los líderes europeos que actuaran de "forma inmediata" para evitar que el Viejo Continente continuara su travesía por una tóxica "espiral descendente" y salvar así la hegemonía del euro. Al fin y al cabo, la política de austeridad implantada en los países periféricos de la eurozona comienzan a hacer mella no sólo en países emergentes como China, uno de los mayores socios comerciales de la UE, sino también a este lado del Atlántico, donde recordemos que el demócrata se juega la Casa Blanca el próximo mes de noviembre. De hecho, la petición de ayuda a Bruselas se produce después de que, hace poco más de una semana, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, viajase a Washington, donde se reunió con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner. Por aquel entonces, la guardiana del Fondo negó que España hubiera pedido ayuda al FMI o que la institución tuviera un plan para prestarle asistencia financiera, mientras que Geithner apoyó la idea de que los bancos españoles pudieran acudir al fondo de rescate europeo sin tener que intermediar los Estado. El pasado sábado, tras la comparecencia del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, donde reiteró en diversas ocasiones que el acuerdo alcanzado con el Eurogrupo "sólo impone condiciones al sector bancario, no al resto de sectores de la economía española", su homólogo estadounidense reconoció en un breve comunicado que "estas acciones son im- portantes para la salud de la economía española y como un paso concreto en el camino hacia la unión financiera, algo vital para la resistencia de la eurozona". Lagarde, por su parte, admitió que "el FMI está preparado para apoyar la implementación y el seguimiento de esta ayuda financiera a través de informes periódicos." También acogió con agrado la decisión de respaldar los bancos españoles con fondos de la zona euro. Precisamente, la institución se vio obligada a adelantar a última hora del viernes la publicación de su diagnóstico de la banca española, un informe que debería haberse publicado hoy. De esta forma, se acabó con la excusa del Gobierno, que jugaba al despiste al aludir que pretendía esperar a las conclusiones del Programa de Evaluación del Sector Financiero (PESF) del FMI y, sobre todo, a las auditorias independientes ya en curso lideradas por Roland Berger y Oliver Wyman, antes de tomar decisiones sobre una posible petición de ayuda. El primer ministro francés, Jean Marc Ayrault, consideró que el acuerdo para ayudar al sector bancario de España ha sido "la decisión correcta", pero indicó que este debería ir acompañado de medidas de crecimiento para reforzar la confianza de Europa. "Ayudar a España ha sido la decisión correcta, pero es necesario hacer más para potenciar el crecimiento y proponer otras cosas que restauren la confianza del pueblo europeo", dijo. Fin a la fuga de depósitos Al respecto, el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, indicó en su blog del New York Times que "el rescate no solucionará la falta de competitividad de España ni atenuará el sufrimiento provocado por las medidas austeridad". El economista cree que, si acaso, el dinero del rescate servirá para poner un fin temporal a la fuga de depósitos que sufrían las entidades españolas y que les obligaba a vender activos a la baja, generando mayores dudas sobre su solvencia. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, dijo que la ayuda europea que España recibirá para sanear su sector financiero envía una "señal clara" a los mercados del compromiso de los mandatarios europeos por "contener el contagio". Un hecho que tendrá que demostrarse hoy, cuando los inversores dicten sentencia a los acontecimientos del fin de semana.