El CEO del titán bancario sale airoso y conserva sus títulos en la compañía y su sueldo de 23 millones de dólaresEl ambiente estaba caldeado ayer en Tampa, Florida, donde Jamie Dimon, capitán de JP Morgan, tuvo que enfrentarse a la ira de sus inversores en la Junta Anual de Accionistas del titán bancario. Sólo cinco días más tarde de haber anunciado que la entidad sufrió 2.000 millones de dólares por una inversión "errónea y falta de supervisión", el niño mimado de Wall Street salió airoso al conservar no sólo su título de consejero delegado, sino también su puesto como presidente del Consejo de Administración de la entidad. Eso sí, la jornada estuvo amargada por el Departamento de Justicia que, según el Wall Street Journal, ha comenzado los trámites para abrir una investigación y determinar así los pormenores de una operación que Dimon volvió a definir como "auto-infligida" ante los accionistas de la entidad. La agencia Reuters adelantó que el FBI también se encuentra en la fase preliminar para obligar a JP Morgan a que rinda cuentas. Mientras tanto, Dimon hacía gala de su extrema confianza al afirmar a los periodistas que él siempre "es el encargado de detener la pelota", en referencia al escándalo que se cierne sobre la entidad y que ha provocado que el valor en el mercado de la compañía se haya reducido en 20.000 millones de dólares. Pese al reciente escarnio bursátil, el directivo conservó su paquete salarial, valorado en unos 23 millones de dólares. Aún así, los inversores aprovecharon la ocasión para sacarle los colores, a quien el banco ha blindado frente a todos aquellos que piden su dimisión. Lisa Lindsay, portavoz de un sindicato accionista del banco, determinó que el hecho de que el directivo conserve su puesto "ofrece demasiado poder" a Dimon.