La Junta, administrador desde 2010, acaba con la agonía de la atarazana sevilla. Astilleros de Sevilla será antes de que termine el año un nombre más en la triste lista de industrias clausuradas en Andalucía, junto a minas como la de Riotinto o Alquife, fábricas como Santana Motor y textiles como Hytasa. Todas ellas compañías de sectores en los que España sufre serios problemas de competitividad frente a otros países en desarrollo. La atarazana hispalense va a cesar su actividad -sus casi cien trabajadores llevan en dique seco desde 2009- por decisión de la Junta de Andalucía, que gestiona la firma en concurso de acreedores desde hace un año. Sevilla ha contado con industria naval desde hace ocho siglos y esta factoría en concreto acumula seis décadas de historia. Heredera de la extinta firma estatal Izar, necesita 170 millones para retomar la construcción de los tres barcos aún en cartera -importe que ha hecho inviable su compra por la dificultad para lograr financiación-. Los sindicatos han confirmado los planes de cierre, que les ha manifestado el Gobierno andaluz. Su presidente, José Antonio Griñán, ha comenzado ya a poner la venda sobre la herida, al asegurar que la Junta no les abandonará. Las empresas auxiliares del astillero que aún sobreviven, y que mantienen una deuda de 25 millones con la planta, han criticado con dureza la gestión que ha hecho la Junta. Entienden que no ha estado encaminada a darle una salida industrial. Fuentes de la Junta recuerdan sin embargo que las negociaciones con varios grupos navales no han fructificado. La factoría sevillana fue adquirida a Izar por Astilleros de Huelva y Contenemar en 2006, pero no logró remontar su trayectoria y la Junta tomó el control en 2009 para tratar de encontrar socios privados. Tras fracasar las negociaciones y entrar en concurso hace un año, el Ejecutivo ha tirado la toalla.