Un líder reformista denuncia los abusos del régimen de los ayatolásteherán. ¿Por qué Irán, con una sociedad y una cultura que parecen tan al día respecto a las demás de Oriente Medio, no consigue cambiar? Le planteamos esta pregunta a Mohsen Kadivar, una de las voces más autorizadas del clero reformista, que cuestionó, pagándolo con la cárcel, uno de los pilares de la República islámica: la supremacía de los ayatolás."Esta versión del Islam es incompatible con la democracia, porque la voluntad del líder supremo está siempre por encima de la del pueblo, a pesar de que se convoquen elecciones sin parar. Quizás Irán sea el país musulmán donde más se vota y menos se cambia", sostiene Kadivar. Este clérigo reformista enseña Filosofía islámica en la Universidad Tarbiat Modarres de Teherán, pero en su oficina no puede recibir visitas. "Tal vez me llame la Inquisición islámica y me prohíba seguir dando clases", indica.La vuelta de tuerca del Gobierno está golpeando a las mujeres que no llevan velo, a los periodistas, a los intelectuales o a los profesores iraníes con pasaporte americano acusados de conspiración.2.500 años bajo la tiraníaComo dicen en Teherán, los reformistas están sentados en la misma rama del árbol que los conservadores y, por tanto, no pueden cortarla. "Además, hay comportamientos culturales y sociales típicos de un pueblo que vive desde hace 2.500 años bajo la tiranía. La gente protesta, critica, cuenta chistes sobre Ahmadinejad, pero después sigue la voluntad del jefe. Se trata de un Irán de dos caras, un Irán imprevisible", explica Kadivar.El clérigo reformista también desmonta algunos mitos sobre el Irán efervescente de estos últimos años. "Es un país que lee poco. Con 70 millones de personas, la tirada media de un libro es de 2.000 ejemplares. Antes de la Revolución, con la mitad de la población, las tiradas medias eran de 3.000 ejemplares. Todos los periódicos juntos venden menos de dos millones de ejemplares. Internet tiene 10-15 millones de usuarios, pero la mayoría de ellos sigue la versión oficial de los hechos. Las televisiones vía satélite están más dirigidas al entretenimiento que a promover la cultura política y social, especialmente las que transmiten en persa desde América. Hay mucha música, mucho espectáculo y mucha publicidad, porque lo que más les interesa son los iraníes como consumidores", aclara.La clave de interpretación es, según Kadivar, el petróleo: "Con los ingresos del oro negro es la sociedad la que necesita al Gobierno para vivir, no el Gobierno el que necesita a la sociedad para sostener la economía. Una democracia necesita la participación de la gente, algo que no será posible aquí mientras tengamos petróleo". Por eso, con el barril a 70 dólares, Ahmadinejad puede seguir haciendo lo que quiera, incluso hacer bajar, con una simple llamada telefónica, los tipos de interés (que ya están muy por debajo de la inflación), aunque sus ministros y el banco central digan lo contrario."Es un showman populista. El peor presidente que ha tenido la República. Está destruyendo el régimen como nadie", lamenta Kadivar.