madrid. Los visitantes de Escocia no deberían sorprenderse de la leyenda que les recibe en los aeropuertos y las estaciones de tren: El mejor país pequeño del mundo. Mientras los independentistas escoceses se instalan en el poder en Edimburgo tras las todavía recientes elecciones, el multimillonario indio Vijay Mallya ha comprado una de las últimas destilerías independientes de whisky escocés, Whyte & Mackay, por 595 millones de libras en efectivo, unos 869 millones de euros. Entre otros, el fabricante de whisky cuenta con maltas como Isle o Jura, Dalmore o Fettercairn, hasta más de 150 enseñas. Orgullosos de su producto nacional, los escoceses ven cómo algunas de las marcas locales más insignes pasarán ahora a manos de United Breweries Group (UB), la primera compañía india de bebidas alcohólicas y tercera del mundo. Sólo compiten cincoYa sólo quedan dos empresas que permanecen inmunes a los cantos de sirena que provocan las millonarias ofertas de las multinacionales. Ni la familia dueña de William Grant & Sons -que comercializa Glenfiddich-, ni la fundación que controla Edrington -entre cuyas marcas se incluye Famous Grouse- han mostrado intención alguna de vender. Por tanto, esta operación pone fin a una época de consolidaciones en el sector que comenzó cuando Guiness comprara Distillers hace dos décadas, creando Diageo, la compañía líder de esta industria. Después de una avalancha de adquisiciones iniciada hace unos tres años, cinco grupos acaparan el 86 por ciento del mercado -Diageo, Pernord Ricard, William Grant, Whyte & Mackay, Bacardi y Edrington-. Durante ese periodo, el consumo de whisky escocés se ha estancado en el primer mundo. La solución ideada por estas empresas para captar parroquianos en estos países consiste en centrarse en la calidad, el llamado sector premium, e innovar con productos como whiskys más dulces, diseñados para el consumidor joven. Los emergentes Sin embargo, existe un mercado que se expande a un ritmo vertiginoso. Las casas de whisky apuntan ahora a las crecientes clases medias y altas de los países emergentes. La demanda es tal en las grandes urbes de Rusia, China y México que estos productores se han visto obligados a incrementar su capacidad a toda prisa. En febrero, Diageo anunciaba un inversión de 100 millones de libras para nuevas destilerías, unos 146 millones de euros. El caldo escocés se ha convertido en un signo de distinción social por aquellos lares. No obstante, hay un país que se resiste, India, en la actualidad el mayor mercado de whisky del mundo. La Unión Europea ha denunciado al Gobierno de Delhi ante la Organización Mundial de Comercio por vetar el acceso al prometedor cliente indio. La democracia más poblada del mundo impone tarifas a la importación del whisky escocés que pueden alcanzar el 550 por ciento. Pero esta operación del gigante indio de las bebidas alcohólicas podría arrojar cierta luz sobre el desenlace del contencioso. La Asociación del Whisky Escocés ya ha declarado que está deseando tratar con UB "asuntos de interés mutuo para la industria". De momento, Vijay Mallya, que además de presidente del grupo UB es parlamentario indio, ha declarado que Whyte & Mackay estará sujeta a las mismas restricciones que el resto de productores. Un operador astutoCon una fortuna personal valorada en más de 1.000 millones de dólares según la revista Fortune, el doctor Mallya se autocalifica como "el Sir Richard Branson de la India". Y su corte de pelo es igual que el del dueño de Virgin, sólo que Mallya suele lucir ostentosas cadenas y grandes relojes de oro. Mallya es un emprendedor muy astuto. Las bebidas alcohólicas no pueden ser anunciadas en India. Así que, para dar publicidad a su cerveza, fundó la que ahora es una de las principales aerolíneas del país con el mismo nombre que su brebaje, Kingfisher. Y los beneficios que obtendrá con la compra de Whyte & Mackay son evidentes. Mallya entra en el sector del whisky escocés, adquiere marca y una tradición que podrá vender en India. En este sentido, el mismo Vijay Mallya es la viva imagen del tipo de consumidor de los países emergentes que dará salida al negocio: gente acaudalada y con aspiraciones. Además, asegura una distribución mundial para sus whiskys y rones baratos elaborados en India. Mallya ha manifestado su deseo de que los 650 empleados de Whyte & Mackay permanezcan en las instalaciones de Escocia. Si quiere producir whisky escocés, debe quedarse ahí, afirma. Este extravagante hombre de negocios ya es dueño de un castillo en los alrededores, en Perthshire.Aunque los escoceses tienen razones para sentirse amenazados. La británica Diageo finalmente desmanteló la sede de Distillers en Edimburgo. Los países pequeños siempre temen la marcha de sus empresas absorbidas por las multinacionales. Pese a las posibilidades desarrolladas por el comercio electrónico, las atracciones de ciudades del tamaño de Londres, París o Nueva York pesan mucho."Here's tae us, wha's like us" (Alabemos nuestras admirables cualidades), reza en gaélico un dicho escocés. El héroe independentista Sir William Wallace, apodado Braveheart, cayó por librar a un país pequeño de las garras inglesas. Ocho siglos más tarde, su whisky cae ahora en manos indias. Es la lógica de la globalización. Deja poco espacio para el romanticismo.