Aena, Hispasat y sus seis socios apenas logran avanzar en la puesta en órbitabruselas. "Les hemos pedido acciones, no cartas", aseguraban esta semana a elEconomista fuentes de la Comisión Europea en referencia a las ocho empresas a las que la UE confía la gestión de Galileo: la futura constelación de 30 satélites que debería convertirse en el competidor del estadounidense GPS, el sistema que aparcó en los museos a las brújulas y los mapas de papel. Las empresas son las españolas Hispasat y Aena, además de Eads, Alcatel, Thales, Immarsat, Finmeccanica y TeleOp. Recibieron en marzo un ultimátum de los 27 Gobiernos de la UE: tenían hasta el 10 de mayo para dejar de pelearse, empezar a trabajar juntas y evitar más retrasos en la puesta en órbita.Desde entonces han creado una empresa común, pero siguen sin nombrar un consejero delegado que la pilote. También acaban de remitir una carta a Bruselas para calmar los nervios de la Comisión Europea, que tiene previsto presentar el 10 de mayo un documento con alternativas para reflotar el proyecto; y para tranquilizar también a las países de la UE, cuyos ministros de Transportes verán en junio si las empresas ya hacen los deberes.Entre las alternativas que Bruselas baraja plantear en mayo, gana terreno pedir a los Estados que aporten más dinero público del previsto inicialmente (un tercio del presupuesto), y que asuman más riesgos si el sistema pincha. Esto reduciría uno de los factores que bloquea el proyecto: el miedo de las empresas a embarcarse en él.Es diferente un partenariado de los sectores público y privado que actualmente incluye construir a medias la red de satélites; que otro en el que las autoridades públicas se encargan de la infraestructura y luego adjudican su gestión. Cuantos más satélites se fabriquen con dinero público, menos privado hará falta. Y menos riesgos e indemnizaciones asumirán las empresas si se estrella un avión guiado vía Galileo, por cuanto ellas sólo serían responsables de su gestión, pero no de posibles defectos de fabricación.