madrid. Invertir en el sector farmacéutico en España puede ser más que arriesgado teniendo en cuenta su restrictiva política de contención del gasto. Pero es lo que piensa hacer la multinacional estadounidense Lilly, que quiere convertir la filial que dirige Javier Ellena desde 2001 en una de las locomotoras del grupo fabricante del conocido Prozac, para triplicar su producción y abastecer mercados tan exigentes como Japón. P Con la que está cayendo en el sector, Lilly anuncia unos buenos resultados en 2006. ¿Cuál es la base de este crecimiento? R Ha sido un buen ejercicio en el que la división farmacéutica creció un 14 por ciento y, sobre todo, las exportaciones de nuestra planta de fabricación de Alcobendas, con un 45 por ciento más. Consolidado, el grupo ha crecido un 31 por ciento. P Además van a triplicar la producción. ¿Es un espaldarazo a su gestión? R Se confía en la afiliada, aunque el entorno no tiene muy feliz a la matriz. Hemos absorbido el 80 por ciento del volumen que se fabricaba en la planta de Inglaterra y estamos en medio de una transformación en la que vamos a pasar de producir 27 millones a 70 millones de envases en 15 meses, para lo que invertiremos entre 12 y 13 millones de euros en ampliar la planta. Es un voto de confianza al buen hacer de nuestra planta de fabricación. P ¿A qué mercados van a suministrar? R Llegaremos a 125 países, pero la parte más importante es que por primera vez vamos a suministrar a Japón. Es el segundo mercado mundial más importante y supone un gran reto porque las exigencias son enormes, incluso para mercados como Estados Unidos y Europa. P ¿Pasa a ser la filial española la locomotora del grupo en Europa? R No hay ahora otra filial en Europa con tanta actividad y diferente. Es el país donde se concentran más funciones o eslabones a lo largo de la cadena de valor del medicamento, desde el descubrimiento hasta la comercialización. P Y, sin embargo, el entorno no es el mejor posible. ¿Qué amenazas ve en España? R Me preocupan muchas cosas. En primer lugar, la inconsistencia entre una clarísima vocación de poner a este país en la media en inversión en I+D y la falta de voluntad política de homologar la ley de patentes con Europa, que hace que España sea, hasta 2012, el país donde antes se comercializarán los genéricos. Después recibimos el menor precio de Europa, en plazos cada vez más largos y tenemos grandes barreras de acceso para los pacientes. Son situaciones preocupantes y desalentadoras, difíciles de explicar a tu casa matriz. P ¿No se premia la innovación vía precios? R Leí que el sistema de precios de referencia y los genéricos iban a frenar el gasto y se iba a producir un reconocimiento de la innovación con precios ajustados a la media europea . Reto a cualquier colega del sector que diga si la primera pregunta cuando va a exponer su petición de precios por un nuevo medicamento es: "¿Y cuál es el precio más barato de Europa?" A partir de ahí empieza una negociación que arranca con un menos cinco o menos diez. El discurso oficial va por un lado y la realidad por otro. P ¿Se han abierto las diferencias de precios con Europa? R En efecto, el diferencial de precios se ha abierto en los últimos tres años. Eso se podría entender cuando el gasto crecía a doble dígito, pero ahora es muy difícil de entender. P ¿Y también las exportaciones paralelas? R Sí, es otra realidad preocupante que obliga a replantearse las relaciones de los agentes de la cadena. En los últimos tres meses, producimos un 50 por ciento más de un medicamento y, sin embargo, el producto está siendo sistemáticamente desabastecido en algunas partes de España. Y resulta que vas a Alemania y el 72 por ciento de este producto prescrito por médicos se suministra con medicamentos de España. Primero hay que garantizar, como dice la ley, un suministro continuado a los pacientes españoles y luego quien quiera exportar que exporte, pero a precio libre.