Zapatero defiende ante la UE la solvencia, fortaleza y credibilidad de las cuentas públicas españolas y reclama fijar las prioridades del debate "en otra parte" madrid. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dejó claro ayer en Bruselas que tacha las semanas completas de su calendario y que la semana pasada está marcada en rojo por dos motivos: porque España no salió nada bien parada en el ámbito internacional... y porque esos siete días y lo que implicaron han quedado atrás. El jefe del Ejecutivo, aunque cuestionado como presidente rotativo de la UE, sacó pecho como líder español para defender que nuestra economía no debe equipararse a la griega y que ese debate es -o deber ser- historia. Zapatero hizo hincapié, tras reunirse con el resto de líderes de la Unión Europea, en que "ha quedado clara la solvencia, la fortaleza y la credibilidad que el Gobierno español tiene para desarrollar el plan de consolidación fiscal". En este sentido, puso en valor el respaldo que dos de las tres grandes agencias de calificación de riesgo a escala internacional, Moody's y Fitch, han realizado en las últimas horas para establecer una clara diferencia entre Madrid y Atenas. Atrás quedaron los días en los que Zapatero insistía en que las agencias "no son oráculos". A partir de ahí, presumió de que "no eran ciertas" las declaraciones que ponían en tela de juicio la economía española, el riesgo de sus cuentas públicas, así como la capacidad del Ejecutivo español para asumir el compromiso adquirido con Bruselas. "Espero que quede superado ese debate a pesar de tantas voces que apuntaron que estábamos como Grecia. Sería conveniente que pusiéramos las prioridades en otra parte", afirmó Zapatero. En cuanto a la reacción de los mercados, el presidente del Gobierno exigió "una perspectiva más amplia" que evite centrarse en una correlación directa entre las declaraciones políticas y la interpretación, positiva o negativa, de las bolsas internacionales. A partir de ahí, Zapatero hizo suyas las palabras pronunciadas por la vicepresidenta económica y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, el día anterior. Seremos protagonistas, si fuera necesario del plan de rescate griego. Su mensaje fue dirigido a la opinión pública europea, a los ciudadanos griegos, a los mercados y también a los inversores: "La Unión Europea va a apoyar a cualquiera que tenga dificultades graves. Si la situación evoluciona hacia la situación imperiosa de ayudar, ayudaremos y, por supuesto, España también [lo hará]", afirmó tajante, y repitió hasta en dos ocasiones, en respuesta a la disposición de España para comprar deuda griega si fuera necesario. Salvamos... y nos salvarían Sin embargo, acto seguido, y tras recordar que España siempre ha asumido sus obligaciones en la Unión Europea, Zapatero no dudó en destacar que el resto de socios comunitarios también han estado ahí para nuestro país. "En otras tantas ocasiones los países de la UE han asumido su cuota de responsabilidad con España, y lo harían si fuera necesario", aseguró el presidente del Gobierno evitando así cerrar la puerta a un posible rescate de la economía española en un futuro. A este respecto, el presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, respaldó las declaraciones de Zapatero en las que juzgaba como, "sin fundamento", la comparación financiera entre las economías españolas y helenas. Van Rompuy aseguró ayer que la temática de su reunión sólo tuvo un país protagonista, Grecia, y que no se habló de España, ni tampoco de Portugal que, la semana pasada, fue también objeto de especulaciones sobre los problemas de calidad de su deuda. "Sólo hablamos de Grecia. Ni siquiera mencionamos a otros países. Se refiere a Grecia, sólo a Grecia", aseguró el belga con- trarrestando así las declaraciones pronunciadas la semana pasada por el entonces comisario de Asuntos Económicos y Monetarios y hoy ya comisario de Competencia, Joaquín Almunia. El socialista español metió entonces en el mismo saco las economías griega, española y portuguesa al asegurar que comparten "problemas comunes" como la pérdida de competitividad, el alto déficit y la necesidad de financiación exterior. Solución europea y europeísta En líneas generales, Zapatero se mostró satisfecho con la declaración política, sin medidas concretas, a la que los Veintisiete se comprometieron ayer. Aseguró que responde a una respuesta obligada a la situación griega que tenía y cumplirá con dos grandes retos. El primero: aportar estabilidad a la zona euro. El segundo: poner en valor "la propia capacidad de la UE para dar una solución y propuesta europea que garantice un recorrido de estabilidad a la zona euro a Grecia". En este sentido, Zapatero vendió que se trata de "una solución europea y europeísta", frente a quienes apuntaban a que un organismo como el Fondo Monetario Internacional (FMI), con sede en Washington, tendría que intervenir en un asunto doméstico comunitario. El texto final que recibió el visto bueno de los Veintisiete contempla que el FMI aportará su experiencia técnica, pero no realizará una contribución financiera como se planteó hace unas semanas cuando un grupo de expertos del Fondo viajó hasta Atenas a evaluar su situación económica. A partir de toda esta declaración de intenciones que, aparentemente, alejó a España del punto de mira internacional sobre la estabilidad de sus cuentas públicas, Zapatero puso el acento en el mensaje de "tranquilidad y confianza" transmitido desde Bruselas.