madrid. Parmalat comienza a ver la luz al final del túnel. Tras el escándalo financiero que le arrastro a una grave crisis a finales de 2003, el gigante alimentario italiano logró el año pasado un beneficio neto de 192,5 millones de euros, frente a los 300.000 euros de pérdidas con los que se cerró 2005. La facturación creció un 4,4 por ciento, hasta hasta los 3.844 millones y el endeudamiento financiero se redujo un 54 por ciento. El grupo explicó que la "significativa mejora del beneficio neto responde tanto a los resultados de la gestión industrial como al impacto positivo de diversas transacciones financieras que se cerraron a lo largo de 2006". Pero no todo son buenas noticias para la empresa láctea. Su filial española Clesa va de mal en peor. Sus ventas siguen cayendo y cada día se reduce algo más la cuota de mercado. La facturación de la compañía se redujo el año pasado un 7,8 por ciento, hasta 190,7 millones. Y el resultado bruto operativo (ebitda), que en 2005 fue de 10,06 millones, es ahora negativo. Perdió casi un millón.