Se le acusa de malversación de fondos para sobornar a los funcionarios y hacer donaciones políticas ilegalesSingapur. Sólo una apelación judicial podrá salvar a Chung Mong-koo de pasar una buena temporada en la cárcel. El actual presidente de Hyundai Motor y uno de los iconos empresariales de referencia en Corea del Sur, fue sentenciado ayer por un tribunal de Seúl a tres años de cárcel por abuso de confianza y malversación de fondos para sobornar a funcionarios, realizar donaciones políticas ilegales y conceder bonos no declarados a sus empleados. La cantidad de fondos desviados para corrupción no es nada desdeñable: supera los 110 millones de dólares. Si ingresa finalmente en prisión, Chung Mong-koo condenará a la sexta compañía de automóviles del mundo, de la que es propietario y presidente, a un enorme vacío de poder. La sentencia del tribunal surcoreano tildó las acciones de Chung como "claros actos criminales" pero justificó que no estimarán la petición de seis años de cárcel que solicitó la Fiscalía porque el presidente de Hyundai no desvió la mayor parte del dinero para su uso personal y "por sus grandes contribuciones al desarrollo económico del país". Pese a que, al iniciarse la presente causa a mitad del pasado año, Chung ya pasó dos meses encerrado antes de serle concedida la libertad provisional, no ingresará de momento en prisión hasta que se resuelva la apelación que preparan sus abogados. Sin embargo, la condena del presidente de Hyundai supone un duro golpe para la segunda empresa del país asiático.Y es que, sin duda, 2006 fue un annus horribilis para Hyundai. Pese a vender 2,5 millones de vehículos y controlar -con Kia Motors- el 70 por ciento de la cuota del mercado surcoreano, los beneficios de la compañía fueron duramente castigados por la revalorización de un 8,6 por ciento del won surcoreano frente al dólar, lo que hizo a sus modelos más vulnerables a la competencia japonesa en la exportación. Por este motivo, las ganancias de Hyundai se redujeron un 34 por ciento, mientras las de Kia se desplomaron un 94 por ciento. Por si fuera poco, Hyundai se enfrentó además a huelgas salvajes por los temibles sindicatos surcoreanos, a multas por competencia desleal y a retrasos en la producción de sus vehículos en la República Checa. Todo ello dinamitó los esfuerzos por convertirse en el quinto fabricante mundial y plantar cara a Toyota, el fabricante de referencia. Pese a la sentencia condenatoria, ayer la acción de la compañía se mantuvo estable en la confianza, advirtieron los analistas bursátiles, de que la revisión de la condena por un tribunal superior sirva para suspender la sentencia. Aunque Hyundai pidió perdón públicamente el pasado año y donó 850 millones de euros -aún no entregados- a caridad, el aún presidente Chung juega así su última carta para librarse de la cárcel: que el tribunal superior se acoja, como suele hacer, a una mayor magnanimidad y reduzca o suspenda la sentencia.