Carmen Reinhart, actual profesora de Sistema Financiero Internacional en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, es, junto a Kenneth Rogoff, una de las economistas que han dedicado su vida a estudiar y entender las crisis económicas a lo largo de la historia, tanto en economías desarrolladas como países emergentes. Además de su bagaje académico, fue subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional y economista jefa del perecido banco de inversión Bear Stearns. Actualmente, es consejera de la Reserva Federal de Nueva York y miembro del panel de economistas de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés). El FMI habla ya de una recesión económica global mayor a la vista en la crisis financiera, ¿será la provocada por el Covid-19 la más profunda desde la Gran Depresión?Así lo creo por distintos motivos. La crisis global del 2008 fue una crisis de 11 países avanzados, incluyendo España, EEUU o Reino Uni-do. Los países emergentes se recuperaron muy fuerte, dado que los precios de las commodities ayudaron mucho. La crisis de los años 80 fue más una de emergentes. La actual es global, como en los años 30, dividida entre avanzados y emergentes casi por igual. Otro factor muy parecido es el desplome del comercio internacional. Obviamente, en 2008 también hubo una fuerte caída del comercio, pero esta vez venimos de una base más debilitada por el Brexit y la guerra comercial de Trump con China. Si miramos el crecimiento del comercio internacional, el volumen en los 10 años antes de la crisis era alrededor del 6%; en los 10 últimos ha sido más cerca del 2,5%. El último factor que quiero mencionar es el shock de la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita y el desplome de las materias primas. Ecuador, Angola y Argelia están a punto del default.¿Supondrá entonces esto un desencadenante para los productores de crudo de países emergentes?Sí, será el beso de la muerte. Llevo preocupada por los emergentes hace ya más de un año. En Ecuador, por ejemplo, el precio del petróleo que asumían en su programa fiscal era de 48 dólares el barril. Ahora, está a menos de la mitad. A no ser que todo repunte con una fuerza bárbara muy pronto, no aguantarán. La incidencia de los default soberanos va a ir aumentando. Tanto Kenneth Rogoff como yo abogamos en estos momentos por una moratoria temporal en el pago de las deudas, dado que si se paraliza la capacidad de tener ingresos, también es justo que se paralice el pago de éstas. Esto es posible a nivel corporativo, de los hogares, pero no soluciona el problema a nivel soberano. Las deudas de muchos países emergentes a China son enormes, más grandes que el FMI y el Banco Mundial combinados. Tanto China como estas instituciones deben conceder una moratoria. En los años 30, también hubo una oleada de defaults global y algunos tardaron hasta dos décadas en solucionarse.¿Cree entonces que la pandemia y el 'shock' en los precios del crudo generarán una década perdida?No quiero adelantar si es una década o no, pero la idea de que esto va a ser una recuperación con forma de V la veo con muy baja probabilidad. Los bancos se van a encontrar con consumidores y hogares que han perdido el empleo, empresas que han tenido que cerrar, por lo que su cartera lucirá muy distinta, pese a las mejoras registradas por estas entidades, tanto en Europa como EEUU desde la crisis. Pese a la ayuda del BCE y la Fed, especialmente esta última a través de las distintas facilidades creadas para ayudar a los pequeños negocios y los hogares, es inevitable, dada la severidad de este shock, que terminemos con un sistema financiero mucho más débil. Pongo en duda que muchas empresas puedan aguantar más de uno o dos meses en esta situación. Las caídas para el PIB serán mucho más profundas que las de la crisis del 2008.Países como España o Italia se han convertido en el epicentro de la pandemia en Europa. ¿Se corre el riesgo de otras consecuencias más allá de una crisis económica severa?Se corre claramente el riesgo de que esto se convierta no solamente en una crisis económica, sino también en una crisis financiera y una crisis de deuda. Es por ello que el BCE y las instituciones deben jugar un rol enorme para aliviar las disrupciones y el contagio económico. Una moratoria de la deuda es muy atractivo para muchos países emergentes, pero no es una opción para Europa. Por ejemplo, en Italia –el caso más extremo–, los hogares son tenedores importantes de esa deuda, es decir, que si hay una suspensión de pago, hay que compensar a esos hogares, que es distinto a los países emergentes, donde generalmente la deuda externa está en manos de extranjeros.Entonces, ¿aboga usted por la creación de coronabonos o eurobonos, que mutualicen la deuda?Hace mucho tiempo que veo muy favorable el tema de tratar de unificar un mercado de deuda. Desde la crisis financiera global, el uso del dólar internacional ha aumentado y el euro, que había ganado espacio en los primeros años, ha retrocedido bárbaramente. Parte de eso se debe a no tener un mercado de bonos unificado, porque los inversores no compran euros, compran la deuda. Un bund alemán no es lo mismo que un bono irlandés o un bono portugués y así sucesivamente. Este es un momento de emergencia, donde un punto clave podría ser la unificación del mercado de deuda, que haría al euro más sostenible como moneda.¿Será esta crisis desatada por el coronavirus un factor más que invite a la desglobalización?Restaurar el comercio global tal cual lo conocíamos antes del virus no va a ocurrir. Cuanto más dure el brote, más se cuestionarán las empresas sus modelos y cadenas de producción. Además, la gente no volverá a viajar tanto como antes, por lo que el turismo también va a estar paralizado durante mucho tiempo. El punto máximo de la globalización lo dejamos atrás hace más de una década. Además, la crisis financiera de 2008, el Brexit o las tensiones de Trump con China han sido olas que nos han ido llevando a la desglobalización. En EEUU, donde hay opinión común entre demócratas y republicanos es en el problema con el comercio de China. La dificultad con la que se encuentra China ahora es que quiere ser tratado como un país emergente pero también como una potencia global y no puede ser ambas. Esto está generando una desconfianza en la interacción entre China y el resto del mundo.