El Panel de expertos climáticos de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) ha publicado esta semana un informe especial sobre la relación entre el cambio climático y el uso de la tierra, que ha llamado la atención sobre la necesidad de modificar las pautas alimentarias y las prácticas agrícolas para evitar que la temperatura del planeta se incremente más de los 1,5 grados centígrados comprometidos en al Acuerdo de París.El informe analiza profusamente la relación entre la degradación de los suelos y el calentamiento global, y, en consecuencia, presta atención al incremento de las zonas áridas y la desertificación, e indica medidas para mitigar o revertir dicho incremento, como la repoblación forestal y la gestión sostenible de las masas arboladas.En la actualidad las tierras áridas representan un 46 por ciento de la superficie –viven en ellas 3.000 millones de personas– y se han incrementado a un ritmo del 1 por ciento anual entre 1961 y 2013, impactando en el rendimiento de las cosechas, en la disponibilidad de agua, en la expansión de enfermedades, en la virulencia de fenómenos atmosféricos extremos, como huracanes e inundaciones...El documento llama la atención sobre la necesidad de disponer de nuevas tecnologías de la información –desde servicios en la nube hasta el uso de drones y sensores– para detectar los procesos de degradación en sus fases tempranas y actuar rápidamente para revertirlos. España ya está ocupandose de poner las bases para ello y en primavera lanzo una Estrategia de digitalización del sector agroalimentario y forestal y del medio rural.Según los cálculos del IPCC, la inversión en restauración de suelos en territorios secos puede generar entre tres y seis veces más beneficios en servicios prestados por los ecosistemas, mientras que el uso de tecnologías y métodos sostenibles de gestión puede rentabilizarse en una década, dependiendo del volumen de la inversión inicial, que asciende a unos 500 euros de media por hectárea.El caso de China El informe pone como ejemplo el caso de China a la hora de revertir la degradación del suelo mediante la reforestación. Las décadas de degradación le pasaron factura con una severa sequía en 1997 y graves inundaciones al año siguiente, que provocaron el establecimiento de medidas draconianas, con prohibiciones generalizadas en las cabeceras de los grandes ríos y otras regiones, y plantaciones masivas. El país ha gastado más de 50.000 millones desde 1990 en recuperar los ecosistemas de más de 100 millones de hectáreas forestales, implicando a más de 120 millones de granjeros, con notable éxito: por ejemplo, se han reforestado 25 millones de hectáreas y los sedimentos en el Río Amarillo se han reducido un 38 por ciento. Según los cálculos del IPCC, reducir la deforestación puede mitigar de 400 a 5.800 millones de toneladas de CO2 al año.