Estados Unidos

Pennsylvania: ¿la batalla final?



    Tras seis semanas de luchas sin cuartel, la batalla que pondrá los puntos sobre las íes en la contienda demócrata entre Hillary Clinton y Barack Obama, determinará quién es realmente el favorito para hacerse con la nominación a la Casa Blanca.

    No se confundan, ninguno de los dos contrincantes conseguirá los 2.025 delegados necesarios para proclamarse oficialmente vencedor, pero una derrota de la ex primera dama de Estados Unidos frustraría sus esfuerzos de convencer a las vacas sagradas del partido que es la persona idónea para arrebatar al republicano John McCain la presidencia del país.

    Para la senadora de Nueva York, Pennsylvania es el último suculento trozo del pastel que debe engullir para demostrar a sus compañeros de partido que los norteamericanos están hambrientos por su figura. En el caso de Obama, que mantiene una corta pero sólida ventaja en lo que a delegados se refiere, ganar este estado supondría el golpe de gracia para confirmar su poderío frente a Clinton, pese a que todavía quedan ocho estados por celebrar primarias.

    De momento, todo apunta a que la senadora de Nueva York conseguirá liderar las urnas, eso sí, probablemente su ventaja sobre el primer aspirante de color a la Casa Blanca no será descomunal. Desde la primera ronda de elecciones celebrada en Texas y Ohio el pasado 4 de marzo, Clinton ha centrados su atención en Pennsylvania, un estado mayoritariamente obrero. Al comienzo, su estrategia funcionó a la perfección y se desmarcaba de su contrincante con cerca de 20 puntos de diferencia. Sin embargo, los últimos sondeos realizados el pasado fin de semana apuntan a que la mujer del ex presidente Clinton se llevará el 47 por ciento del favor popular mientras Obama le pisará los talones con un 44 por ciento.

    Unas cifras cambiantes

    Según las encuestas internas del equipo de Clinton, la senadora podría saca una suculenta ventaja de once puntos sobre el senador, mientras el sondeo diario de Gallup indicaba ayer que la diferencia entre ambos alcanza los siete puntos.

    Obama no tiene espectativas de triunfo, de hecho ayer durante una entrevista con una emisora de radio de Pittsburg, el senador dejó claro que “no pronostico una victoria pero creo que nuestro resultado será mucho mejor de lo que la gente espera”. Sea o no así, Clinton ha contado de nuevo con el incondicional apoyo de su hija Chelsea, que el pasado domingo se fue de bares por el barrio homosexual de Filadelfia. Entre vítores y algún que otro azote, la hija de Bill y Hillary supo ganarse a más de un votante de Obama.

    El sexto estado más grande del país, con un total de 14.2 millones de habitantes, en su mayor parte de clase obrera. Este sector ya consiguió que Clinton venciera en el vecino estado de Ohio y en esta ocasión la historia podría volver a repetirse. La senadora parte como favorita en las regiones del oeste y el centro, alrededor de la ciudad de Pittsburgh, donde abundan los ciudadanos con un sueldo medio de 35.000 dólares anuales. Por su parte, Obama podría tener un golpe de suerte en Filadelfia, la mayor ciudad del estado, con un gran número de población afroamericana y jóvenes profesionales que superan los 75.000 dólares anuales.

    El fervor por Obama en “Philly” es tal que el pasado viernes consiguió congregar la friolera de 35.000 personas en el parque situado frente al Independence Mall, su mayor audiencia nunca antes registrada, ni siquiera durante el acto organizado por la mediática, Oprah Winfrey. Además, el senador ha invertido el triple que Clinton en anuncios de radio y televisión en estas primarias, algo que le ha convertido en el chico de moda en los núcleos urbanos.

    Aún así, cabe recordar que buena parte de la familia de la ex primera dama es natural de Scranton, Pennsylvania, por lo que muchos ven en la senadora una cara familiar y de su propia sangre. De hecho, pese a que el padre de Clinton emigrase a Chicago, bautizaba a todos sus hijos en Pennsylvania y la senadora cuenta con una casa de verano en la región.

    Número de delegados

    Según la web RealClearPolitics.com, a día de hoy Obama acumula un total de 1.648 delegados mientras Clinton registra cerca de 1.507. Ante esta situación y la imposibilidad de alcanzar los 2.025 delegados necesarios para proclamarse vencedores, ambos penden de los favores de los superdelegados. Alrededor de 800 miembros del partido demócrata forman parte de este selecto grupo formado principalmente por gobernadores, senadores y legisladores que pueden elegir a su antojo a que candidato votar.

    Hasta ahora, parece que la ex primera dama saca una mínima ventaja sobre el senador de Illinois en estos menesteres pero todavía cerca de 250 supredelegados han preferido no dar a conocer su decisión. Además, pueden cambiar de bando en cualquier momento.

    McCain acumula fondos

    En medio de esta contienda, el republicano, John McCain se mueve como pez en el agua dedicando buena parte de su tiempo a acumular fondos de cara a la campaña general, mientras los demócratas no terminan de aclararse. Howard Dean, el presidente del Comité Nacional Demócrata ha hecho un llamamiento a todos los miembros de su partido para que decidan a más tardar el 1 de junio quién será el elegido. Si la batalla entre Clinton y Obama se alargase hasta el final de agosto, cuando se celebre la convención demócrata en Oregón, tan sólo quedarán un par de meses para hacer campaña contra los republicanos.

    McCain cuenta con el tiempo necesario para pulir asperezas dentro de su partido y centrar todas sus energías en convencer a los estadounidenses que él debe ser el elegido para erigirse presidente el próximo noviembre. De momento, tiene que lidiar con las cosquillas que le intenta buscar la prensa. Si primero fue su cercana amistad con una lobbysta ahora sus impuestos están en el punto de mira.

    Mientras el senador de Arizona no tuvo duda alguna en dar a conocer sus ingresos durante 2007, cerca de 419.731 dólares, su mujer Cindy, heredera de una de las mayores distribuidoras de cerveza de Arizona ha hecho mutis por el foro. Muchos han tildado de hipócrita esta situación, puesto que los ingresos de McCain por si solos ponen en entredicho los millonarios ahorros de Clinton y Obama, con 20.4 y 4.2 millones respectivamente. Aún así, se cree que la fortuna de Cindy McCain podría alcanzar los 100 millones de dólares una suma que tira por tierra a los acaudalados demócratas.

    Con la soga al cuello

    Con la campaña electoral a punto de ebullición y con el tedioso pulso demócrata sin una próxima resolución, la cartera de los candidatos se ha convertido en el mejor escudo para sobrevivir a la contienda. Una vez más, Barack Obama se ha convertido en el Rey Midas de las primarias norteamericanas demostrando que convierte en dinero contante y sonante todo lo que toca. Quién no lo tiene tan fácil es Hillary Clinton, que sigue endeudada hasta las cejas.

    Si por sus cuentas corrientes fuera, el senador de Illinois se llevaría indiscutiblemente la nominación de los liberales a la Casa Blanca. A comienzos del mes de abril, Obama se embolsaba alrededor de 51 millones de dólares, según datos entregados a la Comisión Federal Electoral. De esa cantidad, cerca de 42 millones irán exclusivamente a derrotar a la senadora de Nueva York en las primarias.

    Sin embargo, los números rojos siguen acorralando a Clinton, que pese a haber puesto dinero de su propio bolsillo, no hace más que incrementar sus deudas. A principios de mes la ex primera dama acumulaba un balance negativo que rondaba los 10.3 millones de dólares mientras sólo contaba con 9 millones de dólares en efectivo. Estas cifras han preocupado a muchos ya que el nominado republicano, John McCain, el menos afortunado hasta ahora en estos menesteres, supera con creces la suma de Clinton.

    El senador republicano de Arizona recaudó cerca de 15.2 millones de dólares en marzo y a comienzos de abril su cuenta bancaria registraba cerca de 11.6 millones de dólares. Garantizarse el apoyo del partido en su lucha por la presidencia estadounidense ha hecho que el senador haya ganado confianza a la hora de recaudar fondos para las generales.