
Los índices bursátiles estadounidenses volvieron ayer a poner a prueba, por cuarta vez, los mínimos del año. La causa estribó en el modo en que China amplía su respuesta a los aranceles con los que EEUU amenaza a las exportaciones tecnológicas chinas. Pekín anuncia que penalizará fiscalmente 106 productos estadounidenses, incluyendo ahora aviones y automóviles. Ahora bien, pese a las palabras más duras del gigante asiático, las bolsas no llegaron a romper soportes.
Es una actitud comprensible si se considera cómo ni EEUU ni China concretan cuándo aplicarán sus aranceles ni descartan la negociación. Puede que las amenazas dialécticas hayan subido de tono, pero aún es pronto para asegurar que la guerra comercial es inevitable.