El yuan llegó a depreciarse en el arranque de esta semana hasta mínimos de los últimos 11 meses en su cruce con el dólar poniendo en cuestión el efecto de los aranceles a las importaciones de China que pretende implantar la Administración de Estados Unidos. La moneda solo frenó la pérdida de valor -de cerca del 6% desde los 0,16 dólares (máximo no visto desde desde la devaluación de 2015) hasta los que llegó a intercambiarse el 26 de marzo- cuando desde el banco central del gigante asiático se decidió poner paz, afirmando en un comunicado hecho público el martes que mantendrá su divisa estable, más concretamente "en niveles razonables".
El impacto de este mensaje tranquilizador fue automático: los nervios se templaron y la hemorragia de las bolsas de todo el globo se cortó el mismo martes, prácticamente de forma generalizada. Eso sí, el aviso mandado por China sigue impregnando el ambiente: "Y es que, si el dólar se fortaleciera, como ha hecho en los tres últimos meses, las ventajas obtenidas por Estados Unidos mediante la aplicación de aranceles podrían verse completamente anuladas", reflexiona Juan Ignacio Crespo, economista y asesor del fondo Multicilcos de Renta 4.