Da igual que Soros haya dado un toque de atención a Alemania pidiéndole que se vuelva competitivo y que impulse medidas para fomentar el consumo entre sus históricamente ahorradores ciudadanos. Alemania sigue gustando a los inversores. Sobre todo su deuda y ahora, en cualquier plazo.
La avalancha de compras que se han visto en las últimas semanas de bonos alemanes a 10 años (bund) se han extrapolado a los bonos a más largo plazo. Esto ha provocado que la rentabilidad de los bonos a 30 años haya caído por debajo del 3 por ciento por primera vez en la historia, ante el miedo de los inversores de que la recuperación económica permanezca estancada durante un largo periodo.
Ya no les vale con bonos a corto para cubrir sus carteras (al fin y al cabo a estos títulos no les queda demasiado recorrido ya que cotizan en mínimos históricos); hace falta buscar alternativas igual de seguras pero más rentables.
De momento, y mientras el miedo perdure en los mercados, lo cierto es que al estado alemán cada vez le sale más barato endeudarse. El último ejemplo es la subasta de bonos a 10 años que ha celebrado hoy el Tesoro alemán. Si bien la demanda sólo ha superado 1,6 veces la oferta (en otras emisiones se ha llegado a las 2 veces), el Estado germano ha conseguido colocar entre los inversores 6.000 millones de euros. Eso sí, ha tenido que pagar más que a lo que cotizaba en el mercado ya que el interés medio ha sido del 2,37 por ciento frente al 2,34 por ciento al que cotizaba el bund ayer. Aún así, el tipo de interés es el más bajo de todas las subastas que se han realizado hasta ahora.