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Economía

España despierta del sueño de la autonomía financiera: no hay cambio de modelo productivo

El cambio de tendencia en el saldo de nuestros intercambios de bienes, rentas, servicios e inversiones con el resto del mundo -que no es otra cosa lo que mide la balanza de pagos-, viene a poner de manifiesto como, una vez más, nuestros responsables económicos no han sabido aprovechar los años de la crisis para cambiar un modelo productivo obsoleto además de para consolidar al sector exterior como el motor del crecimiento en sintonía con el resto de las grandes economías desarrolladas. Un optimismo basado en la alineación planetaria.

Han bastado unos meses de crecimiento en la demanda interna para que España haya vuelto a los números rojos en sus transacciones con el resto del mundo y, lo que es más grave, para despertar del sueño de la autonomía financiera, que habíamos logrado en 2013 por primera vez desde 1997, y retornar a la necesidad de financiación.

Una pesadilla que rompe el proceso de desapalancamiento que habíamos comenzado y nos obliga a aumentar el lastre de la deuda para enjugar el déficit. Esa es la consecuencia más grave de esta vuelta atrás en un indicador fundamental para medir la fuerza de la recuperación.

Y no sirve escudarse en el estancamiento de los socios de la UE para justificar la desaceleración exportadora, sino que el desequilibrio comercial y en la cuenta corriente evidencia un serio problema de competitividad en innovación, marca y costes de producción, fiscales y energéticos que, o se corrigen con firmeza o abortamos el despegue.

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