El catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, cree que el partido griego Syriza está poniendo sobre la mesa una cuestión que es obvia y razonable, Grecia va a ser incapaz de pagar el principal y los intereses de su deuda pública. Grecia tendrá elecciones anticipadas
El catedrático catalán explica en La Carta de la Bolsa que "Syriza, lo único que está diciendo es una obviedad más obvia que el agua del mar es salada: Grecia no puede pagar todo lo que debe, y como consecuencia de ello los pagos de los intereses sangran lo poquísimo que Grecia crece e impide que el griego medio esté un poco menos mal de lo que ya está".
Al otro lado se encuentran los acreedores del país heleno, que no quieren perder el dinero que han prestado: "Los acreedores, básicamente bancos y fondos, y las voces de comisarios europeos y ministros de los países con más acreedores amenazando con una lluvia de fuego y azufre si Syriza obtiene una mayoría suficiente", explica Becerra.
"Los mercados no son tontos"
El catedrático cree que los mercados no son tontos y reaccionan cuando se ven amenazados: "Imaginen ustedes que gestionan un fondo que tiene cinco o seis mil millones de deuda griega, ustedes saben que el Gobierno griego no puede pagar lo que debe, que es imposible, y que esa sangría constante que supone el pago de intereses aboca al país a un caos de imprevisibles consecuencias. Ustedes como gestores de ese fondo deben tomar el mejor camino para sus partícipes: ¿qué es menos malo, percibir el 50% de algo o el 100% de nada".
Y es que Becerra cree que Grecia necesita reestructurar su deuda y hacer una quita de alrededor del 50%: "Con ayuda, la economía griega podría reorientarse, y encauzar un futuro hoy inexistente: ayuda para por ejemplo reducir su inconmensurable economía sumergida y su tremendo fraude fiscal".
Sin embargo, sin ayuda, sin reestructuración, el futuro del país está abocado al fracaso. Grecia no podría afrontar ni el principal ni los intereses de su deuda y se vería obligada a impagar una parte mayor aún de su deuda: "No olviden: el 50% de algo es mejor que el 100% de nada", sentencia el catedrático.