
La buena noticia es que "los españoles seguirán cobrando pensiones, aunque menos generosas y trabajando más". Pero eso, según José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea y miembro destacado del Comité de Expertos que elaboró para el Gobierno el informe sobre la reforma del Sistema, exige coger el toro por los cuernos.
"En una España cada vez más envejecida, donde el número de pensionistas no hace más que crecer, los ingresos en la caja del Estado no aumentan al mismo ritmo", lo que obliga a cambios de calado, tanto para sostener las finanzas públicas como para asegurar el pago de pensiones. En su libro ¿Qué será de mi pensión? este economista plantea las dos vías que, a su juicio, resolverían la encrucijada: el sistema de cuentas nocionales y el asistencial.
En cuanto al recurso al Fondo de Reserva, la hucha de la pensiones, Conde-Ruiz advierte de que tan sólo quedan fondos para pagar unas seis mensualidades. Una razón más que demuestra la necesidad de abordar la profunda reforma que necesita España "de manera urgente".
¿La reforma de 2013 logrará frenar el gasto del Estado en pensiones? Algunos cálculos lo sitúan en el 19% del PIB para el año 2050.
Con la reforma del año pasado se ha conseguido contener el gasto futuro a base de una cuasi congelación de las pensiones. La Ley establece que si el ingreso es inferior al gasto entonces las pensiones se revalorizan un 0,25%. La realidad demográfica hará que el ingreso sea siempre insuficiente para financiar el gasto y, por ello, si no se hacen cambios, las pensiones no subirán más de ese 0,25%.
¿Aguantarán los jubilados la congelación de sus ingresos durante mucho tiempo?
Ahora, con la inflación en mínimos, no hay problema, pero en cuanto la inflación se sitúe en el objetivo del Banco Central Europeo (BCE), el 2%, las pensiones perderán el 1,75% de poder adquisitivo cada año. Esta situación injusta e ineficiente, tal como argumento en mi libro, será el catalizador de la siguiente reforma. Los jubilados, el principal colectivo para los políticos, serán los primeros interesados en reformar el sistema para que la sostenibilidad no se consiga únicamente a su costa.
¿Cómo de grave es que el Gobierno eche mano del Fondo de Reserva para poder abonar las pagas extraordinarias a los pensionistas? ¿Para cuántas mensualidades alcanza esta hucha?
Creo que éste es un debate más de la opinión pública que de los economistas. El Fondo de Reserva se creó para esto y, aunque llegó a alcanzar el 6% del PIB, nunca fue, ni de lejos, la garantía de sostenibilidad de las pensiones, ya que apenas si daba para pagar nueve mensualidades. En la actualidad tan sólo le quedan fondos para abonar unas seis mensualidades.
En su libro ¿Qué será de mi pensión? (Península, 2014) aboga por el modelo de cuentas nocionales como una de las opciones para apuntalar la sostenibilidad del Sistema. ¿Cuáles son sus ventajas?
España debe ir hacia la introducción de un sistema de cuentas nocionales. Estos sistemas se basan en dos principios claves: la pensión de jubilación tiene que ser proporcional a todas cotizaciones realizadas a lo largo de toda la vida laboral; y la edad de jubilación debería ser flexible y la pensión debería depender de las cotizaciones realizadas y la esperanza de vida a la hora de la jubilación.
Defiende que hay que tener en cuenta la totalidad de la vida laboral para realizar el cálculo de la pensión. ¿Cuándo, cómo y a qué ritmo de adaptación?
Esto es clave, no entiendo por qué algunos siguen oponiéndose a reformar el sistema actual. Es injusto que no todas la cotizaciones cuenten por igual. Ahora estamos viviendo situaciones bastante poco razonables: trabajadores con largos historiales de cotización que, al verse envueltos en esta crisis al final de su etapa laboral, están esperando mermas muy importantes de sus pensiones. Esto es algo que se solucionaría con un sistema de cuentas nocionales como el que he defendido antes.
¿Cómo se haría la transición?
Si reformáramos el sistema hacia uno de cuentas nocionales, sólo podría afectar a los trabajadores por debajo de una determinada edad. Pero, para los que tienen más edad, habría que darles la oportunidad de elegir con qué regla quieren calcular su pensión, si con la nueva o con la antigua.
¿Hay algún país al que debamos mirar como ejemplo del buen hacer en este terreno?
Suecia o Italia han introducido recientemente un modelo de cuentas nocionales. Es importante entender que un sistema de este tipo es de reparto, nada tiene que ver con la capitalización. Que sea de reparto implica que, cuando un trabajador realiza una cotización, aunque esta quede registrada de forma virtual en lo que se denomina una cuenta nocional, en realidad esa cotización se utiliza -al igual que sucede en el resto de los sistemas de reparto- para pagar las pensiones de los jubilados actuales.
El Banco de España y el Ministerio de Economía han avisado recientemente de que el ciudadano tendrá que completar la pensión pública con más ahorro privado, vía planes de pensiones, seguros de vida, etc. Eso, ¿además de ampliar la vida laboral hasta los 70 años o más allá?
Más que preocuparse por abrir un fondo de pensiones, es mucho más importante tomar conciencia de que hay que estar activos hasta edades más avanzadas. Para ello no hay inversión más rentable que nuestro capital humano. Salvo motivos de causa mayor, tendremos que mantenernos activos laboralmente hasta edades mucho más avanzadas de las que observamos hoy en día. Incluso resultará posible percibir la pensión y trabajar al mismo tiempo.
Usted no se cansa de advertir de los retos que plantea el envejecimiento de la población para la salud del sistema de pensiones.
Ahora hay cuatro personas en edad de trabajar por cada jubilado, y en unas décadas, si el Instituto Nacional de Estadística (INE) acierta en sus proyecciones, serán 1,25 activos por cada trabajador. Creo que las cifras hablan por sí solas.
Y está el problema añadido de los bajos sueldos, que contribuye a mermar el importe de las cotizaciones y, por ende, las entradas de dinero a la Seguridad Social.
Los sueldos bajos son síntomas de baja productividad y, por tanto, deberíamos marcarnos como prioridad mejorarla. Para aumentar la productividad es necesario invertir en capital humano, en formación en I+D, que es justamente lo que no estamos haciendo. Lo que digo es que no debemos dormirnos en los laureles, porque el 30% de la población tendrá más de 65 años dentro de cuatro décadas y el 50% más de 50 años. La longevidad aumenta. La mortalidad entre los 70 y los 80 años ha caído sustancialmente. Esto hace que el actual sistema de pensiones pueda romperse.