Desde que entrara en vigor esta medida que tiene como objetivo primordial ayudar al pago de la renta de los jóvenes, se han venido sucediendo numerosas filas en las distintas oficinas de las comunidades autónomas, Internet se ha colapsado y los operadores del teléfono de atención gratuita no dan a vasto. Los jóvenes que viven de alquiler llevaban cuatro meses esperando para poder pedir la ayuda de 210 euros que les ha prometido el Gobierno y no han querido esperar ni un minuto más.
La demanda era previsible y en las oficinas habilitadas por la Comunidad de Madrid se buscaron fórmulas para organizar este esperado colapso. El director de una de ellas, Francisco Carmena, reconoce que, pese a todo, se han visto sobrepasados, con lo que han tenido que liberar a personal de sus funciones habituales para atender la demanda de los jóvenes. Además, como ya se imaginaban que en las vacaciones de Navidad se llenaría la oficina de jóvenes ávidos de pedir la ayuda, muchos de los funcionarios se han quedado sin días libres.
Los primeros días fueron un poco caóticos. Un ejemplo lo pone Paula, que fue a pedir la ayuda al alquiler a una de las 90 oficinas habilitadas para toda Cataluña: "Después de estar un día entero sin poder acceder a la web ni descargar el famoso formulario, ya lo tenemos completado y enviado a la espera de una contestación. Como sólo se puede tener una ayuda por vivienda y no una por inquilino, hemos decidido que sea la que menos cobra la que se ponga como titular del formulario para así tener más oportunidades de conseguirla".
Realmente eso es lo de menos. Las cuatro inquilinas ganan menos de 22.000 euros brutos, que es el límite para percibir la renta. Eso sí, tendrán que repartir el importe entre las cuatro.
Escribir en el suelo
En la oficina situada en la avenida de Asturias de Madrid ha habido jóvenes haciendo cola durante los primeros días de enero. Se percibía ilusión y se hacían números para calcular cómo esta Renta Básica de Emancipación podía mejorar su vida. Cualquier hueco de la oficina servía de mesa o banco para rellenar el impreso, e incluso algunos se arrodillaban en medio de la calle. Había historias para todos los gustos: padres que acudían a por los impresos para sus hijos, grupos de amigos que acudían en tropel, parejas que sueñan con poder ir juntos por fin de vacaciones.
Precisamente el final de las fiestas navideñas ha deparado una menor afluencia de jóvenes en búsqueda de información. Las obligaciones laborales mandan, sobre todo, cuando es necesario acreditar seis meses de experiencia laboral o tener garantizado medio año de trabajo para acceder a la ayuda.
Requisitos imprescindibles
Los funcionarios que han tenido que lidiar con los jóvenes se muestran "encantados porque todos son muy amables y esperan su turno pacientemente". Eso sí, en estos días no han faltado las anécdotas. "Algunos preguntaban si podían pedir la ayuda aunque acabaran de cumplir los 31 años o si por ganar 22.500 euros brutos anuales no se les podría incluir". Respuesta negativa en ambos casos: 30 años y 22.000 euros brutos son los límites.
Y junto a las anécdotas, las preguntas. La primera entre los que registraban la petición era repetida: "¿Cuándo recibiré el dinero?". La respuesta también reiterada: hay dos meses para aceptar la solicitud y, de ser favorable, al mes siguiente llegará el primer ingreso. La segunda cuestión era más técnica: cómo conseguir la referencia catastral del piso, otra exigencia para verificar quién es el dueño de la casa. Para evitar la picaresca, no se puede alquilar la vivienda de padres, hermanos, tíos o de cualquier otro familiar.
Los jóvenes coinciden en que el proceso de solicitud es fácil, rápido y sencillo. Los datos evidencian su interés. En la primera semana de vigencia de la renta se han registrado alrededor de medio millón de solicitudes, cuando la previsión del Gobierno era otorgar 360.000 ayudas. Pero tranquilidad, hay presupuesto suficiente.