
El mundo empresarial vasco sigue consternado por el atentado de ETA el pasado sábado en Madrid y percibe que ese mensaje de la banda terrorista tendrá consecuencias directas y nada positivas para la economía vasca.
Así de claro lo ve el presidente de la Cámara de Comercio de Álava, Román Knörr, que reconoce que el atentado del sábado "ha caído como un mazo pesado sobre todos los empresarios y ha generado desesperanza y desasosiego en el mundo económico vasco". Knörr es también consejero del BBVA y ha sido ocho años presidente de la patronal vasca, Confebask.
Este estado de ánimo contrasta frontalmente con el que se vivía en marzo con el anuncio del alto al fuego permanente. En ese momento, recuerda Knörr, se desató un gran optimismo, "se vio que la cosa tenía otro tono, que había otro ánimo en cuanto a proyectos y deseos de inversión".
No se trataba de una esperanza ciega, ni sin cautelas. Los empresarios sabían que la tregua no supondría la paz inmediata, pero sí abría las posibilidades para avanzar hacia la paz. Sin embargo, tras lo sucedido el sábado, Knörr tiene muy claro que "a corto plazo no va a traer cosas buenas. Es un golpe muy fuerte".
Menor inversión y turismo
Los empresarios y organizaciones patronales vascas siempre han denunciado que toda interferencia de la violencia tiene consecuencias negativas en la actividad económica e inversora, máxime si se trata de problemas como los chantajes, extorsiones o atentados que han padecido desde hace décadas. Y a pesar de esta difícil coyuntura, los empresarios vascos han seguido invirtiendo y creando empleo. Así queda patente en una economía que, según el último informe de las Cámaras de Comercio vascas, cierra el ejercicio 2006 con un crecimiento del 4,2 por ciento, una previsión del 3,8 por ciento para este nuevo año y unos datos de desempleo que se reducen hasta el 3,6 por ciento de la población activa. Siempre se ha dicho que si la economía vasca es capaz de hacer esto con violencia, qué no haría con paz.
El presidente de la Cámara de Álava, Román Knörr, constata cómo al igual que el anuncio de la tregua despertó un gran optimismo en determinados sectores, de la misma manera que lo sucedido el sábado tendrá el efecto contrario. "Ahora -señala-, el desanimo generado por el atentado se notará en el turismo, se pararán algunas inversiones y mucha gente joven y materia gris que se fue, no volverá por el momento".
Tregua y crecimiento turístico
En datos estadísticos la vinculación de tregua y crecimiento del sector turístico es directa, como quedó patente en el anterior periodo sin violencia de 1998. Entonces, el aumento de turistas fue espectacular, de un 27 por ciento en un sólo año. Por contra, en 1999, con la vuelta a las armas de ETA, el turismo sólo creció un 6,7 y los dos años siguientes registró descensos consecutivos. Una situación similar se ha vivido con la tregua de marzo pasado. La Santa Santa cayó en abril, dos semanas después, y la afluencia de turistas al País Vasco creció un 21 por ciento.
Los datos sectoriales acumulados entre enero y noviembre muestran un aumento de visitantes en el País Vasco del 10 por ciento, mientras que la media de crecimiento del sector en el conjunto de España se limita a un 5 por ciento. Otra muestra es el Museo Guggenheim de Bilbao, que el pasado año fue visitado por más de un millón de personas, un 14 por ciento más de lo previsto.
Resquicios para la paz
Entre los empresarios el mayor temor es que este atentado cause un daño irreparable y no sea posible recuperar las esperanzas de que la paz deje de ser una utopía, como hasta hace muy poco se creía.
El presidente de la Cámara de Álava advierte que "todavía hay gente, de buen ánimo, a la que le queda algún resquicio de que esto se pueda reconducir". Y es que la perspectiva de que la lacra del terrorismo pueda prolongarse sin un final a corto o medio plazo, es un escenario que nadie quiere contemplar en el País Vasco. Pero también los hay menos optimistas. El tipo de atentado, la planificación que requiere, la cantidad de explosivo utilizado no son buenos augurios. Para algunos "hace pensar que no es un pequeño aviso, de que es algo más", indica Knörr.
A este emblemático empresario vasco le preocupa mucho también que el atentado se haya producido un comunicado previo que alertase del final de la tregua. Entre los industriales se teme de nuevo el chantaje y la extorsión que, por otro lado, no se han eliminado nunca del todo.