En un momento en el que el balance de las fuerzas geopolíticas a nivel global se reequilibra en busca de un nuevo orden, la Unión Europea tiene en su horizonte la ampliación de sus miembros. Un movimiento con el que reposicionarse en este nuevo escenario. Le puso fecha a la ampliación del bloque el pasado agosto el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel: 2030. Y será uno de los temas sobre la mesa de debate de los líderes de la UE el próximo viernes en Granada.
El detonante fue, realmente, la invasión militar rusa de Ucrania. Por mal que le supiera a ciertos países, eternos aspirantes como Estado candidato a la adhesión, la concesión del mismo estatus para Ucrania o Moldavia en junio de 2022 parece haber agilizado la espera de Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Moldavia, Montenegro, Serbia y Turquía para formar parte de la UE.
Se aborda la ampliación, que cuenta años congelada. Pero las tensiones no dejan de proliferar. Ya no solo para aquellos en una dilatada espera para formar parte del bloque. Reflejo de tales tiranteces es la polémica suscitada por el grano ucraniano. Y es que la retirada de aranceles a Kiev tras el inicio de la guerra, en un intento por mitigar la crisis alimentaria y dar salida al cereal producido en Ucrania, se saldó con el rechazo de los países vecinos.
Concretamente, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Bulgaria y Hungría decidieron vetar el paso a través de sus fronteras del grano de Kiev, argumentando el excedente de producto en sus mercados y almacenes y la consecuente bajada de precios de la producción local. El que en un primer momento se articuló como un veto unilateral en las fronteras del mercado único consiguió traducirse, durante unos meses en salvaguardia amparada por la Comisión Europea.
Concluido el veto temporal de Bruselas en septiembre, que articulaba estos cinco países como meros territorios de paso, Eslovaquia, Hungría y Polonia mantienen su decisión unilateral de bloquear el acceso de cereal, rompiendo con la propia normativa del mercado único. En el caso polaco, las elecciones a la vuelta de la esquina parecen estar sirviendo de catalizador de este tipo de bloqueo, en busca de votantes.
La duda de Zelenski
Está por confirmar la visita del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, el jueves a la tercera reunión de la Comunidad Política Europea y que congregará a más de 50 líderes. Entre ellos figuran los de Armenia y Azerbaiyán en un intento por que tal encuentro sirva para limar las asperezas del conflicto entre ambas regiones.
La ampliación suscita también controversias a nivel de política agrícola. La que ha sido una de las razones de ser de la UE se articula como polémica por el reparto de fondos a los agricultores. Y es que la financiación es una de las principales controversias de la adhesión. La coyuntura que afecta especialmente a los Estados miembro del este y, en términos generales, son receptores de fondos de la UE y no contribuyentes a su presupuesto.
La adhesión también requiere de que estos Estados candidatos ejecuten una serie de reformas internas para cumplir con los estándares de la UE. Estas actuaciones abren recelos entre los países sobre si tal cumplimiento será efectivo. Las patentes tensiones con Hungría y Polonia sobre el cumplimiento del Estado de Derecho y los subsecuentes acondicionamientos en los proceso de toma de decisiones comunitarios que requieren unanimidad ha generado amplia preocupación y poca apetencia de nuevas aventuras de ampliación.
Para encontrar otro ejemplo en este sentido solo hay que ir hasta la pasada semana, cuando Alemania anunció controles fronterizos con Polonia y República Checa para evitar el tráfico de seres humanos. Una medida que sólo puede ser temporal y excepcional según las normas del espacio Schengen.