Motor clásico
Cadillac Cyclone: cuando los coches quisieron ser cohetes
Sin duda, cuando el Cadillac Cyclone fue presentado oficialmente a la prensa el 20 de febrero de 1959, dejó boquiabierto a más de uno. Incluso hoy en día, desde su pedestal en el Henry Ford Museum de Dearborn, donde reposa al lado de las cápsulas espaciales es una de las mayores atracciones para grandes y niños que quedan fascinados ante este automóvil con formas de cohete galáctico.
Para entender la propuesta del "concept car" Cyclone hay que retrotraerse a los años 50, cuando la carrera espacial acababa de despegar, y tener en cuenta a su creador, Harley J. Earl. Influenciado por su época y pionero en cuanto a introducir en el automóvil la última tecnología, este ingeniero de la General Motors tuvo una capital influencia en la forma y el fondo de los automóviles del pasado siglo.
Hoy en día le debemos la idea de introducir un ordenador como equipo de serie a bordo del coche y, estilísticamente, contribuyó a implantar la moda "tailfin" de las carrocerías acabadas en aletas caudales, como los aviones. Baste decir que fue el padre del Chevrolet Corvette para entender la envergadura de este sobresaliente ingeniero que trabajó para el gigante norteamericano durante tres décadas.
El Cyclone presenta unas proporciones insólitas, con cinco metros de largo era un largo, estrecho y bajo biplaza cuyo frontal y parte posterior sugieren a primera vista la estilizada silueta de un cohete. Harley J. Earl trasladaría a los vehículos este concepto estético con los Cadillac Firebird de la época.
Radares frontales
En el Cyclone, otra cosa que de inmediato llamaba la atención era su capota rígida, esférica y de apertura automática, como la de los aviones a reacción que se impusieron definitivamente sobre la hélice por aquellos años. El plexiglas en el que estaba fabricado, estaba tratado con un filtro de rayos ultravioleta pese a tratarse de un prototipo de mera exhibición, ejemplo del detallismo tecnológico que caracterizaba al ingeniero americano. Al igual que la capota transparente, las puertas y los faros retraíbles también son de apertura automática eléctrica.
Otra peculiaridad futurista del Cyclone y que hoy está de máxima actualidad en nuestros modernos automóviles es que, tras sus conos frontales se escondían dos radares de proximidad, a semejanza de los situados en el morro de los aviones. Este doble radar es sin duda el precursor directo de nuestros actuales sistemas de detección y frenado automático.
La mecánica pura no fue olvidada por Harley J. Earl.El Cyclone equipa un potente motor V8 de 6382 centímetros cúbicos y que dispone de 325 caballos, gestionados por una transmisión al eje posterior mediante una caja automática de tres marchas. En cuanto al chasis, el Cyclone se destacaba de los coches norteamericanos de la época (y posteriores) por equipar unas suspensiones independientes en las cuatro ruedas.