El Countryman ha sido sin duda, desde la aparición de su primera generación en 2010, el Mini menos Mini de la gama. Empezando por el tamaño, que aumentaba la escala de sus dimensiones conservando las líneas maestras de su diseño, y terminando por su vocación, mucho más enfocada a coche polivalente que al uso utilitario que ha caracterizado a casi todos los modelos de la marca.
No es fácil adaptar un sistema de motor híbrido en un modelo ya existente. El problema fundamental es el espacio pues hay que alojar en su chasis uno o más motores eléctricos más las obligadas baterías donde almacenar la energía que los anima. Pero Mini lo ha logrado en su modelo "agrandado" Countryman de nueva generación que, además, se permite el lujo de disponer de baterías recargables en la red.
Countryman es la denominación de un Mini que es más grande y que, además, puede aventurarse fuera de la carretera. Funcionalidad añadida a un gran diseño.
El punto débil del exitoso Mini siempre ha sido su espacio interior, que le convertía en un coche poco práctico. El primer intento de la marca para corregir ese defecto fue la versión Clubman, que no ha tenido mucha aceptación en el mercado. Y ahora llega el Countryman. ¿Logrará que el Mini sea algo más que un capricho?