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La formación tecnológica es la mayor carencia profesional de los docentes

  • Por norma constitucional, su formación es un derecho y una obligación

Violeta N. Quiñonero

La calidad del sistema educativo no reside únicamente en los contenidos a enseñar, sino también en la manera en la que estos se imparten. Una tarea que recae sobre un grupo de profesionales con especial relevancia en cualquier sociedad: el profesorado.

Así, la formación de este es un aspecto clave para que su tarea pueda desempeñarse de la mejor forma posible y su trabajo dé a luz a un grupo estudiantil cargado de buenos conocimientos y habilidades con las que desarrollarse en el próximo futuro laboral que les espera. "La formación de profesorado es un tema educativo clave, y uno de los que necesita más iniciativas de innovación y reformas respecto a la situación actual, en todos los niveles de nuestro sistema educativo", agregan desde la Asociación Nacional de Editories de Libros y material de Enseñanza (Anele).

En la nueva Ley Educativa LOMLOE, aprobada el 29 de diciembre, se establece la formación del profesorado como "un derecho y una obligación". "Los programas de formación permanente deberán contemplar la adecuación de los conocimientos y métodos a la evolución de las ciencias y de las didácticas específicas, así como todos aquellos aspectos de coordinación, orientación, tutoría, educación inclusiva, atención a la diversidad y organización encaminados a mejorar la calidad de la enseñanza y el funcionamiento de los centros. Asimismo, deberán incluir formación específica en materia de igualdad", apuntan en el propio texto.

Uno de los aspectos que más ha revolucionado la forma de enseñar ha sido la introducción de las nuevas tecnologías -su llegada ha afectado a prácticamente todos los sectores-. "La integración de las nuevas tecnologías capta la atención del alumno actual, que se implica más. Además de esto, es posible la digitalización y almacenaje de la información en un mismo sitio, la interacción mediante plataformas de almacenaje en la nube con las que maestro y alumno comparten recursos de forma instantánea y la simplificación del material escolar", apuntan desde el Banco Santander, a lo que añaden que las nuevas tecnologías en la educación suponen "un cambio en el planteamiento de la actividad de la clase por parte de los profesores, una mejora en la interacción maestro-alumno y un aprendizaje más adaptado con herramientas de monitorización de datos estadísticos del proceso de aprendizaje".

Formación tecnológica

La formación de estos profesionales, que debe ser constante y renovada, se enfatiza aún más cuando se trata de introducir en su forma de impartir los nuevos recursos digitales. Esta transformación digital ha acontecido a tal velocidad que la falta de conocimientos del profesorado en materia tecnológica es, a día de hoy, una de las principales carencias en su formación. "Esta falta de formación tiene como primera consecuencia la difícil inserción en los currículos de las distintas asignaturas que conforman los diferentes estudios universitarios, poniendo en evidencia el desfase existente entre la formación que los alumnos universitarios reciben y las demandas que la sociedad plantea. Las nuevas tecnologías marcan nuevas pautas y formas de gestionar y orientar los procesos de enseñanza-aprendizaje a nivel universitario, por ello el docente ha de estar preparado para emplear los medios en el curriculum que va a desarrollar, pues como todo profesional el profesor universitario necesita de una actualización continua de sus conocimientos, estrategias y metodologías", señalan desde un estudio elaborado por la Universidad de Granada.

El propio texto legislativo elaborado desde el Ministerio advierte esta necesidad de aprendizaje: "las Administraciones educativas promoverán la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación y la formación tanto en digitalización como en lenguas extranjeras de todo el profesorado, independientemente de su especialidad, estableciendo programas específicos de formación".

Sin embargo, estas deficiencias no solo se presentan a nivel de formación tecnológica, sino que, como señalan desde Anele, la formación del profesorado es insuficiente a nivel genereal. "El profesorado español tiene una formación avanzada en el ámbito de su disciplina educativa, pero en la mayoría de los casos no recibe la formación previa que le capacite para el ejercicio de la docencia en aspectos didácticos y de organización", indican desde la asociación. En los desencadenantes de esta problemática señalan que en la tradicional formación del profesorado no se tenían en cuenta aspectos pedagógicos o la falta de una formación oficial in situ que guie la inserción en los puestos docentes, entre otros.

Desde el informe elaborado por la Fundación 1º de mayo señalan la escasa cooperación entre docentes como otra de las problemáticas a las que se enfrenta el sistema educativo español. "Si bien en la educación terciaria se da la colaboración en los equipos de investigación, la idea de equipos de docencia, o comunidades de aprendizaje profesional, no ha cuajado en la práctica educativa de nuestro país. Esto resta oportunidades de intercambio de información y de apoyo mutuo orientados a mejorar tanto la práctica educativa como los estándares educativos del centro. Al mismo tiempo, la cooperación docente permite impulsar el desarrollo profesional y las competencias de los profesores", subrayan.

En este dossier también identifica como problemática el sistema de evaluación docente, más centrados en aspectos formales que en la forma de impartir. "Los sistemas de inspección profundizan poco en la forma de dar clase o en las competencias desarrolladas por el profesor. No existe una verdadera evaluación del desempeño de la actividad del profesorado, lo que sustrae a las comunidades educativas de la retroalimentación que debe servir para mejorar la práctica docente", apuntan entre sus páginas.