Cultura
Río busca librarse de los que se "alivian" en sus calles
Al aumentar la solución de los problemas urbanos de Río, las autoridades ahora quieren arreglar algo que antes se pensaba que nunca tendría solución: los caóticos y cada vez más populares desfiles callejeros de carnaval, conocidos como 'blocos', que siguen millones de personas.
Cantar, beber, bailar y la juerga está muy bien, asegura el alcalde de Río Eduardo Paes. Pero orinar en las calles no.
Desde que la temporada del festival de samba de carnaval comenzara oficialmente el 20 de enero, más de 800 hombres y mujeres han sido detenidos por orinar en público, una falta que raramente se perseguía antes. A muchos cariocas, como se conoce a los habitantes de Río, la medida les parece poco realista.
"A nadie le gusta la suciedad, pero no sé cómo se puede castigar a alguien por hacer algo que tiene que hacer". dijo Joao Pimentel, autor del libro de 2002 "Blocos", sobre los carnavales de Río.
En 2011, un juez desestimó un cargo por orinar en público aduciendo que las necesidades biológicas de una persona se anteponen a la campaña de orden público de Río.
Para Pimentel, no es una cuestión de educación, es que es impracticable. El Bola Preta (desfile de la bola negra) atrajo el sábado a 2,2 millones de personas, muchas de ellas hombro con hombro con un calor de 35 grados en las estrechas calles del centro de la ciudad. Sólo había 400 uranios públicos para decenas de manzanas. Al mismo tiempo, los vendedores de cerveza a 1,30 euros rara vez estaban a más de un paso o dos.
"Hay demasiada cerveza, demasiada gente y nunca hay servicios suficientes aunque pudieras llegar a uno a tiempo", dijo Pimentel.
Esos 400 urinarios, uno para cada 5.500 personas, se habrían visto desbordados con que sólo uno de cada ocho asistentes al Bola Preta lo utilizara, afirmó Joao Aveleira, médico y entusiasta del carnaval que fundó el grupo de carnavales Suvaco du Cristo (Axila de Cristo) hace 25 años. El desfile tiene lugar bajo el brazo derecho extendido de la famosa estatua del Cristo Redentor de Río.
Aunque Aveleira, Pimentel y otras personas se quejen de la falta de urinarios, este año ha habido más que en los anteriores. Hace una década, las calles aledañas al Bola Preta estaban inundadas con una capa de más de dos centímetros de orina y hedían durante semanas.