Cataluña

El 'divorcio' entre ERC y el PDeCat abre la campaña electoral

  • Se señala a Santi Vila como un posible presidenciable
Junqueras y Puigdemont en el 'Parlament' de Catalunya | Luis Moreno

Cristina Triana

La alianza de exconvergentes y republicanos en JxSí para las elecciones del 27-S hace aguas. Aunque de puertas hacia fuera, el Govern continúa con su política de internacionalización del procés' de desacreditación de los planes de inversión del Estado español en Cataluña y de defensa del referéndum ilegal, de puertas para dentro los ánimos están enrarecidos.

La distancia que separa a ERC y al PDeCat es cada vez más evidente, pero comprensible, porque ambos asumen que se acercan las elecciones. Entre los exconvergentes escuece el papel protagonista que, desde hace meses, ha adoptado Esquerra y están tratando de demostrar ahora que tienen su propia personalidad y 'hoja de ruta' política de cara a la próxima pugna electoral -a las que no concurrirán en coalición- y que son la única salida al enquiste político en el que se encuentra Cataluña.

Es este clima de tensión creciente, los gestos de desacuerdo van a más. El martes, Neus Munté, portavoz del gobierno y vicepresidenta del PDeCat, dejó en evidencia a Marta Rovira, portavoz de JxSí y secretaria general de ERC, cuando insistió en que las decisiones que adoptaba el Gobierno catalán no las comunicaban "los grupos parlamentarios". Rovira había afirmado que el Goven valoraba la posibilidad de fichar parados para coordinar la organización del referéndum.

Este rifirrafe se suma a la división de criterios interna, que se constató con la ruptura de la disciplina de voto dentro de JxSí en una moción de la CUP en materia económica hace pocos días. Los exconvergentes han aceptado ya un aumento del IRPF de las rentas medias (por la pérdida de desgravación por compra de vivienda) y una mayor carga fiscal para los empresarios, que se constatará con la aprobación en el pleno de la última semana de abril de la tasa sobre "activos improductivos".

Dichas cesiones, pactadas entre ERC y la CUP y contrarias a la tradicional política económica de los convergentes, se las está cobrando ahora el PDeCat, aprovechando que ERC se encuentra bajo presión por algunos errores tácticos -como la actitud despectiva de Gabriel Rufián en el Congreso-, y por la amenaza de inhabilitación de Oriol Junqueras. Los exconvergentes han reducido su poder dentro de JxSí por la pérdida de votos, la sombra omnipresente de la presunta corrupción, así que su rehabilitación pasa por nuevas elecciones. Con Artur Mas inhabilitado, se señala a Santi Vila como un posible presidenciable, ya que Carles Puigdemont confirmó en enero que no concurriría y no hay ningún otro liderazgo consolidado.

Esta confesión fue una liberación para él, que presume en Twitter de sus cinco notificaciones del Constitucional, pero un peso para ERC. Junqueras es el político catalán más valorado dentro y fuera de Cataluña e incluso Jordi Pujol lo ve como el próximo presidente de la Generalitat. Pero no podrá serlo si impulsa el referéndum. Su próximo movimiento será clave para la legislatura.