El deseo de un pensamiento único es posiblemente uno de los fenómenos más perjudiciales en el mundo de las organizaciones. Desafortunadamente muchos líderes preferirían que sus colaboradores pensaran como ellos, pero eso arruinaría sin duda la natural discrepancia que siempre acompaña a la búsqueda de la verdad. Cuanto más amplio y complejo sea cualquier objetivo, tanto mayor serán los puntos de vista necesarios para coronarlo con éxito.
La mayoría de los directivos piensan que hoy día un equipo diversificado les ayuda a generar valor para una mayor variedad de clientes y mercados. Por tanto la diversidad es una fuente de ventaja competitiva. Incluso hay informes que muestran que los resultados económicos de una empresa son mejores cuando existe una adecuada gestión de la diversidad. Dicho de otra manera, la diversidad de una empresa es positiva porque refleja la diversidad del mercado al cual se dirige. Será difícil que una empresa solo formada por hombres tenga en cuenta todas las variables del universo femenino, de la misma manera que una organización formada solo por occidentales a duras penas tendrá en cuenta las peculiaridades del pensamiento oriental. Y así sucesivamente.
Moverse hacia el mismo objetivo no equivale a pensar igual. Hay múltiples formas y aproximaciones que posibilitan llegar a cualquier punto, y eso es lo que hace interesante que el equipo sea diverso y que, por tanto, en él ocurran las naturales discrepancias.
En la empresa pensar diferente es pensar mejor.