Mejorar la economía del Reino Unido y aliviar las presiones sobre el asediado Servicio Nacional de Salud del país. Es lo que el primer ministro Keir Starmer espera que ocurra con el aterrizaje en el país de los medicamentos para adelgazar tras cerrar una colaboración con el laboratorio estadounidense Eli Lilly, propietario de uno de ellos, Mounjaro.
