Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La economía de la Eurozona está resistiendo mucho mejor de lo esperado a la retahíla de envites que han llegado por todos los frentes. Ni la inflación ni la guerra de Ucrania, con la posterior crisis energética, han logrado arrastrar al PIB a territorio recesivo. Sin embargo, todo ciclo económico tiene un principio y un fin. Aunque este periodo de expansión todavía es corto, también se ha caracterizado por ser muy intenso. Los tipos han pasado de la zona valle al pico en cosa de un año. Al mismo tiempo, algunos indicadores financieros, que a lo largo de la historia han sido prácticamente infalibles a la hora de predecir recesiones, están ya dando claras señales de alerta.

El IPC ha caído por debajo del 5%, concretamente hasta el 4,9%, en abril por primera vez en dos años. Los precios se están moderando con intensidad, lo que permitirá a la Fed poner fin a las subidas de tipos de forma definitiva (salvo catástrofe). No obstante, los precios siguen mostrando cierta fortaleza en términos mensuales (avanzando un 0,4% tanto el IPC general como el subyacente), lo que fuerza al banco central a mantenerse alerta.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo, también conocida como OPEP, se creó en el 1960 con el objetivo de ejercer cierto control sobre la producción global de crudo y, por ende, sobre los precios del petróleo. Los países firmantes del acuerdo inicial fueron Irak, Irán, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela. Aunque el cártel se ha ampliado en varias ocasiones, no fue hasta 2016 cuando sufrió su gran transformación. Como casi todas las transformaciones, se produjo por necesidad. La irrupción del fracking y del petróleo de esquisto de EEUU forzó a la OPEP a buscar grandes aliados para ejercer un mayor control de la oferta de petróleo.

Durante los años de políticas monetarias expansivas (bajos tipos y grandes estímulos), se acusó a la economía financiera de vivir en una realidad paralela a la de la economía real. Las bolsas y los bonos tocaban niveles de récord, los tipos de interés eran históricamente bajos y la tensión bancaria era inexistente. Por el contrario, durante ese periodo, la economía real apenas crecía, los sueldos estaban estancados y el mercado laboral no terminaba de carburar. Hoy, la situación parece haberse revertido, algo que en principio podría parecer incluso positivo. Si la economía real funciona, qué más da la financiera, se preguntarán muchos ciudadanos. Hoy, la economía es aparentemente fuerte, los sueldos están subiendo (aunque los consumidores pierden poder adquisitivo) y los mercados laborales presentan unos datos sólidos. Sin embargo, las cañerías financieras están al borde del colapso. ¿Puede sobrevivir la economía real sin la ayuda de la financiera?

La Sareb nació con el objetivo de 'limpiar' los balances (de activos tóxicos) de las antiguas cajas de ahorro, que tras años de excesos y concesión de crédito sin demasiado criterio se enfrentaron a una situación de iliquidez y quiebra. Todo hacía indicar que esto no iba a salir gratis a los españoles y así ha sido. No obstante, lo que en ese momento no se preveía es que las propias decisiones de ese organismo fuesen a empeorar la situación. Esto es lo que ha ocurrido con una millonaria cobertura sobre tipos de interés que se contrató con toda la buena intención del mundo, pero, que probablemente, va a terminar costando millones de euros.

Son tantos los factores y variables en juego, que resulta casi imposible predecir lo que va a suceder en la economía, al menos, en el corto plazo. Tras años de dominio absoluto gracias a una industria potente y un mercado laboral que ha funcionado casi a la perfección, la economía de Alemania se enfrenta a la recesión. Por el contrario, los países del sur de Europa, que parecían condenados al estancamiento y al infortunio económico tras la crisis del covid, van a liderar el crecimiento del euro, al menos, hasta 2024. Aunque la brecha aún sigue siendo enorme (Alemania tiene un PIB per cápita casi 20.000 euros superior al de España), la guerra de Ucrania y el fin del covid han provocado un giro en la dirección de las economías del euro.

El sector bancario vuelve a estar en el ojo del huracán. La caída de varias entidades en EEUU y las fuertes turbulencias que está sufriendo en bolsa la banca regional americana (con un todavía leve efecto contagio en la europea) ha puesto a este sector, una vez más, en el disparadero. Aunque la situación dista mucho de lo acaecido en 2008, las comparaciones son inevitables por la cercanía del evento y por algunos parecidos. Para arrojar algo de luz a este todavía amago de crisis bancaria, los analistas de Oxford Economics han publicado un estudio en el que analizan el impacto de este tipo de quiebras/crisis en los últimos 150 años. Aunque parezca sorprendente, hay una parte buena: muchos de estos eventos generaron más pánico y miedo que daño real a la economía. La parte mala es que cuando la crisis bancaria es notable, el daño sobre el PIB es trágico.

POLÍTICA MONETARIA

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha admitido este jueves que los tipos de interés seguirán subiendo en la eurozona ante la fortaleza de la inflación en el sector servicios y el notable incremento de los salarios. "La inflación de los servicios sigue al alza por la reapertura y el avance de los salarios (...) Nuestra política monetaria asegurará que los tipos lleguen a niveles lo suficientemente restrictivos para devolver la inflación al objetivo" del 2%, ha asegurado tras la reunión en la que el banco central ha vuelto a subir los tipos.

El Banco Central Europeo (BCE) ha subido los tipos de interés en 0,25 puntos (25 puntos básicos) hasta el 3,25%, niveles que no se veían en la tasa de depósito (donde los bancos aparcan su liquidez) desde julio de 2008. De este modo, el BCE afloja el ritmo de subidas, pero marca diferencias con la Reserva Federal de EEUU, asegurando que "el BCE no está en una pausa, esto que quede claro", ha espetado la presidenta de la institución, Christine Lagarde. El banco central americano acumula dos reuniones consecutivas con subidas de 0,25 puntos y ha podido hacer cumbre, mientras que el BCE aún tiene recorrido por delante.

El día de la reunión del Banco Central Europeo (BCE) ha llegado. Sin embargo, la gran duda sigue siendo la misma que hace un mes (subir 25 o 50 puntos básicos), mientras que, por el contrario, hay dos cosas claras, que no es poco: el BCE va a seguir subiendo tipos y lo hará (salvo catástrofe) también en las próximas reuniones (mientras que la Reserva Federal no prevé más alzas). De modo que la cuestión sin resolver es si el alza será de 50 puntos básicos (lo que sorprendería a los mercados) o se quedará en una subida de 25 puntos básicos (lo esperado).