Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Tras dos años de abrasadora inflación, el crecimiento de los precios ha comenzado a moderarse, siendo España uno de los países que está 'disfrutando' de una desinflación más rápida. La alegría suele durar poco en la casa del pobre, como dice el refrán. Ahora, España se enfrenta a una sequía, combinada con una temprana ola de calor, que puede volver a avivar la inflación. El propio Banco Central Europeo (BCE) ha señalado a España como el país más vulnerable al clima en lo referido a su impacto en la inflación, algo en lo que coinciden otros expertos que han realizado análisis de más largo plazo. El calor y la falta de agua presionará al alza los precios en la agricultura, la ganadería y el sector servicios por ese orden. Además, se retroalimentan unos a otros.

Las últimas cifras a nivel internacional revelan que el uso del yuan o renminbi se ha duplicado en los intercambios comerciales entre países. Los datos publicados por Swift muestran que el yuan ahora representa el 4,5% de todo el mercado, frente a menos del 2% de hace solo un año. Por otro lado, y para tener algo más de contexto, el euro supone alrededor de un 6% de las transacciones comerciales a nivel global.

Los futuros de petróleo amanecen un día más teñidos de rojo. Pese a los recortes inesperados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la tensión por el lado de la oferta, los inversores están penalizando los futuros de crudo, que en pocos días han caído cerca de un 7%, perdiendo el barril de Brent más de seis dólares. El miedo a una recesión está llevando el precio del crudo al abismo técnico: la cotización del Brent está a punto de perforar la medida móvil de las 100 y 50 sesiones, lo que abriría la puerta a más caídas.

El Banco Central Europeo ha recibido multitud de críticas por su ineficiencia y por centrarse demasiado en los requisitos de capital en su supervisión de los bancos de la región, en lugar de atender a otros parámetros para mantener la estabilidad de la banca, centrados en la gobernanza.

El Banco Central Europeo ha abierto la puerta a cambiar el objetivo de inflación, establecido en el 2% a medio plazo, una vez que los precios hayan vuelto al redil. Cambiar ahora el objetivo sería como hacerse trampas al solitario: no logramos bajar los precios al 2% (interanual) y subimos el objetivo para cumplir con nuestro mandato. De modo que Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha querido dejar claro que esta discusión se postergará hasta que la inflación esté controlada con los actuales parámetros.

Las múltiples sanciones implementadas por Occidente para intentar derribar la economía de Rusia están teniendo un impacto descafeinado o, al menos, inferior al que se había previsto en un primer momento. Rusia cuenta con aliados importantes y sobre todo con una batería de países que están viendo en las sanciones un nicho de negocio (una forma de sacar tajada). Un buen ejemplo de ello es el mercadeo con el petróleo y los derivados rusos, objetivo principal de las sanciones de la Unión Europea y el G-7. Ni la prohibición a las importaciones por mar ni el tope al precio del crudo y los combustibles están evitando que el petróleo ruso acabe en los depósitos de los coches europeos en forma de gasolina, diésel o queroseno.

Diagnosticar correctamente los síntomas de un mal no es garantía de éxito en la lucha por superarlo. Buen ejemplo de ello son las políticas de controles de precios directos (estableciendo topes) implementadas desde finales de 2021 en Hungría para poner techo a la inflación. El argumento del gobierno del nacionalista Viktor Orbán era lógico: si queremos que los precios no suban, les pondremos un tope legal. Una lógica abrumadora. Sin embargo, unos meses después se puede decir que esta política ha sido un auténtico fracaso, pudiendo llegar a generar incluso el efecto opuesto al que se esperaba. Además de haber tenido que recular en algunas de sus políticas, Hungría tiene hoy la inflación alimentaria más alta de toda la Unión Europea con mucha diferencia y también el IPC general.

Economía

El Fondo Monetario Internacional (FMI) está cambiando las reglas de los rescates en plena cascada de impagos soberanos. El programa de ayuda a Ghana es buena muestra de ello. El FMI se ha mostrado dispuesto a prestar los 3.000 millones de dólares que el Gobierno de Ghana necesita para mantenerse a flote. Sin embargo, el organismo ha ido esta vez un poco más allá para aprobar este paquete de ayudas. Los funcionarios del instituto monetario han puesto como condición al país africano una reestructuración de su deuda interna, aplicando quitas a los inversores nacionales, bancos, fondos de pensiones, etc. Si Ghana quiere mantener el acceso a la financiación exterior, tendrá que hacer sacrificios en el interior también.

Las señales sobre un parón del crédito en EEUU se están multiplicando. A los avisos de casas de análisis y la propia Reserva Federal, se ha unido este fin de semana el de Janet Yellen, secretaria del Tesoro. "Ya estábamos viendo un endurecimiento de los estándares crediticios en el sistema bancario antes de ese episodio (la caída de Silicon Valley Bank), y puede haber más por venir", advertía la que fuera presidenta de la Reserva Federal. Una contracción del crédito puede desembocar en lo que se conoce como un credit crunch (crisis de crédito). Este riesgo se ha convertido en una amenaza real para la economía de EEUU tras las últimas turbulencias financieras y los recientes datos de préstamos publicados por la Fed.

La caída del mercado inmobiliario ya está en marcha en varios países de Europa. Sin embargo, hay datos que apuntan a que este mercado podría sufrir todavía más, puesto que la transmisión de la política monetaria (subidas de tipos y drenaje de liquidez) no es inmediata. Los datos que maneja el banco francés BNP Paribas revelan que el crédito para la compra de vivienda está sufriendo un desplome sin precedentes en la corta historia del área euro, lo que abre la puerta a que se produzcan correcciones más profundas y más amplias (afecten a más jurisdicciones) en este mercado.