En 1963, un ambicioso empresario del Bronx, llamado Tino de Angelis, protagonizó uno de los fraudes más impactantes de Wall Street: el escándalo del aceite de ensalada. Mediante tanques vacíos, disfrazados con una fina capa de aceite vegetal, logró engañar a bancos, aseguradoras y al sistema de certificación de mercancías, provocando pérdidas millonarias y desatando un pánico en los mercados.