Periodista económico

Cuando un gobierno no esta genéticamente preparado para la gestión sino para la propaganda, y cuando ese gobierno carece de proyecto y de soluciones para los problemas del país, al final se dedica a lo único que sabe hacer, populismo para intentar solucionar su propia supervivencia, derrochar dinero público en subvenciones y limosnas para comprar votos cautivos, y asaltar las instituciones y los organismos estadísticos y de control para falsear los resultados a su antojo. Y eso es lo que está sucediendo aquí y ahora singularmente con la economía y la espiral inflacionista, donde los parches, que no medidas, adoptadas se han caracterizado por su inutilidad cuando no como un agravante del problema.

Acudo una vez más a parafresear ese “es la economía, estúpido”, eslogan clave en la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 que le llevó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Y lo hago después de digerir lo visto y lo escuchado en ese Debate sobre el Estado de la Nación, que al final ha sido más un debate para resucitar la Frankestein, y en el que no sólo hemos visto a un Pedro Sánchez alejado de la realidad y sin capacidad de autocrítica, sino que hemos podido confirmar que el Presidente no tiene, como no ha tenido nunca, un proyecto para España y que su gobierno no tiene nada que ofrecer a los españoles salvo limosnas y propaganda en lugar de soluciones.

Opinión

Decía Yolanda Díaz en declaraciones a ese diario que se define como independiente de la mañana, pero que sólo lo es de la mañana, que Pedro Sánchez no tiene alma. Pero lo que en realidad quería decir la vicepresidenta segunda y quedó ayer demostrado en el Congreso es que, como ese Fausto legendario, el Presidente del Gobierno había vendido su alma al diablo podemita para atrincherarse en La Moncloa, con la bendición de esa EH Bildu heredera de los terroristas de ETA, traicionando al socialismo democrático de Felipe González y Pérez Rubalcaba y a la memoria de Ernest Lluch, Fernando Múgica y todos los demás socialistas asesinados por la banda criminal.

Se cumple en estos días el primer aniversario de la última remodelación del gobierno de coalición socialcomunista. Un gobierno que Pedro Sánchez, definió como el de “la recuperación” y que ahora, un año después, se presenta al debate sobre el Estado de la Nación débil, dividido y marcado por unas políticas erráticas y desnortadas que nos han situado a las puertas de una recesión económica de consecuencias aún más graves y traumáticas que las del período 2009-2012.

Le ha costado. Pero al final a la señora Calviño no le ha quedado más remedio que darse un baño de realismo, y después de afirmar hace dos meses que la inflación estaría en el 2% después del verano -recordar que también vaticinó que el COVID apenas tendría impacto sobre la economía española- ahora nos pide que nos preparemos para "trimestres complicados" por la subida de los precios, al tiempo que urge a los agentes sociales a alcanzar un pacto de rentas.

Pasados ya los fastos de la cumbre de la OTAN, prueba que el gobierno ha superado con notable alto en cuanto a la organización y no tanto en lo que a objetivos se refiere, la factoría Sánchez&Cia Producciones vuelve a enfrentarse a la cruda realidad de un país a las puertas de la recesión, con la mayor tasa de inflación de las grandes economías europeas a pesar de ser el país menos dependiente del gas ruso, con los españoles sufriendo la mayor pérdida de poder adquisitivo de los últimos 45 años y en vísperas del cambio de orientación en la política monetaria de la UE, que ya se nota en la subida de los tipos de interés y en la escalada de la deuda pública.

Glosaba el exsecretario de Estado de Energía, Nemesio Fernández Cuesta, en un magnífico artículo publicado en abril de 2021 de los profesores de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en el que bajo el título de Cómo mueren las democracias alerta sobre la debilidad de los sistemas democráticos para protegerse de esos políticos que si alcanzan el poder erosionan los usos y costumbres democráticos. Y concluía su acertado análisis afirmando que "la democracia española empieza a presentar síntomas que anticipan posibles dolencias".

Durante su etapa como jefe de la oposición, Manuel Fraga censuraba a Felipe González en una sesión plenaria del Congreso, afirmando que el gobierno socialista “sólo acierta cuando rectifica”. Pero dando por sentado que Felipe González tuvo más aciertos que rectificaciones y siendo conscientes de que equiparar al entonces presidente del Gobierno con Pedro Sánchez es como comparar a Dios con Putin, vistas las medidas aprobadas en el Consejo de Ministros extraordinario del pasado sábado habrá que convenir en que este gobierno del sanchismo no acierta ni cuando rectifica.

Al frente de un gobierno groggy tras ser duramente noqueado en el ring de Andalucía, falto de credibilidad dentro y fuera de nuestras fronteras, sin ideas y profundamente dividido, Pedro Sánchez se encuentra ahora entre la espada del Ecofin y la pared de sus socios de la Frankestein.

Comentaba el ex dirigente socialista Nicolás Redondo, hoy lamentablemente alejado del ruedo político, durante un reciente encuentro de la asociación Pluralismo y Convivencia, que el principal efecto beneficioso del desembarco de Alberto Núñez Feijóo en el escenario nacional era el fin de la efebocracia. Entendiendo como tal el acceso a los órganos de poder y dirección política de jóvenes con mentalidad adolescente, pagados de sí mismos sin experiencia en la gestión y sin haber trabajado en nunca más que escalando posiciones dentro de sus partidos respectivos.