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Aunque finales de 2018 fue la primera prueba de fuego para las carteras de gestión discrecional, cuando ni siquiera estaba transpuesta la directiva europea Mifid II, el verdadero bautismo ha sido durante este cuatrimestre, con un derrumbe histórico de los mercados financieros en marzo que no dejó margen de maniobra para las firmas de inversión. Fue tal la intensidad de la caída y tan acotado en el tiempo que solamente la corrección posterior -gracias a las medidas adoptadas por los bancos centrales- ha permitido ir reposicionando las carteras para aprovechar la recuperación, con la incertidumbre de si se producirán más caídas.