El suministro de gas y petróleo se ha convertido en un problema de primer orden. Desde que Rusia amenazó con cortar el grifo a Europa tras la invasión de Ucrania, los envíos a través de barcos, las rutas logísticas vía gasoductos, la infraestructura… todos estos problemas, hasta ahora bajo el rádar, han cobrado un rol clave para determinar si los precios se disparan o, incluso, si hay peligro de desabastecimiento. Sin embargo, a pesar de que el suministro de Occidente ha copado todos los titulares, con Europa y EEUU atrapados en años de gran volatilidad, hay un fenómeno que amenaza con cambiarlo todo. El gran protagonistas es ya Asia y el mundo se prepara para este giro.