La definición más extendida de este mercado en EEUU es la de "montaña rusa", y no es para menos...
Si la fortaleza del empleo en septiembre (y la revisión del dato de agosto) había descartado prácticamente una nueva bajada de tipos en la reunión de la Fed del día 31, ayer el Libro Beige que elabora el propio banco central resucitó este escenario. El mercado pasó de concederle una probabilidad del 38% el martes a otra del 58% ayer.
Esta encuesta confirmó la cautela mostrada por Bernanke en su discurso del lunes, al indicar que el crecimiento se está desacelerando, insistir en el tono negativo del mercado inmobiliario y constatar que numerosos sectores sufren un grado de incertidumbre "inusualmente alto" sobre el futuro de la economía. Y si algo pretendía la bajada de tipos de septiembre, era reducir esa incertidumbre. Ergo, si no se ha reducido, habrá que bajar más los tipos, parece deducir el mercado. Así lo reflejaron ayer el dólar y los bonos.
La cuestión es si este nuevo giro del escenario tendrá efectos positivos en la bolsa. Hace unos días hablábamos en Bolságora de que el mercado se lo tomaba todo bien: si los datos son fuertes, es que la economía va bien; y si son malos, es que la Fed va a bajar tipos. Sin embargo, los inversores pueden darle la vuelta a la tortilla y considerar que estos altibajos en las noticias no hacen sino agravar el dilema de Bernanke entre los riesgos de recesión e inflación; es decir, aumentan las posibilidades de que se equivoque.
Claro que los tipos sólo son uno de los múltiples factores con que tiene que lidiar el mercado ahora mismo. La sesión de ayer nos dejó un buen ejemplo de los demás: excelentes resultados empresariales salvo en el sector financiero, gran preocupación entre las entidades expuestas al negocio hipotecario y advertencias de las empresas sobre una caída de la actividad financiera y constructora. Con esta mezcla, ayer el mercado no supo qué dirección tomar. Y es probable que no lo sepa hasta que el panorama se aclare un poco.