Definitivamente, los ánimos se han enfriado en Wall Street.
Después de la euforia y los máximos históricos con que terminó la semana pasada, ahora la cautela y el temor hacen presa en los inversores después de dos días de corrección. Así es el mercado, que pasa de la euforia a la depresión (o viceversa) en cuestión de días o incluso de horas. Donde antes todo era optimismo, ahora abundan las previsiones de un techo y de una corrección importante.
Uno de los signos de este empeoramiento es la profundidad del mercado, es decir, el número de valores que mantienen la subida (la profundidad suele medirse como la diferencia entre los valores que suben y los que bajan en cada sesión). Ayer, por ejemplo, muy pocos inversores se atrevían a entrar en Intel a la espera de sus resultados, con lo que el valor cayó el 1%. Después de batir las previsiones, subió con fuerza en el 'after hours', pero habrá que ver si esa fortaleza se mantiene en la apertura de hoy.
Las causas de esta mayor cautela son las malas noticias desde el sector financiero sobre el impacto de la crisis de crédito, el subidón del petróleo, la fea formación bajista dejada por los índices el jueves pasado -que pareció anularse el viernes pero que ahora recobra su sentido- y el exceso de optimismo que reinaba en el mercado y que casi siempre indica la necesidad de una corrección.
Así pues, todo parece indicar que el mercado ha formado un techo temporal. La cuestión ahora es precisamente durante cuánto tiempo. Si será sólo durante unos días hasta que se reduzca la sobrecompra y de inmediato se retomarán las subidas; si perdurará durante más tiempo y vamos a vivir otra corrección relevante como las sufridas en febrero, julio o agosto; o si, como dicen los más bajistas, el mercado ha formado un doble techo en máximos históricos y se ha terminado la tendencia alcista (no es el escenario más probable, pero posible es).