En este mercado tan volátil de 2007, después de años con una volatilidad hitóricamente baja, pasamos de la euforia a la depresión en un abrir y cerrar de ojos. Un par de días de corrección después de una de las subdias más verticalesmás verticales han bastado para deprimir a los inversores. Aunque más en Europa que en EEUU.
En este mercado tan volátil de 2007 –después de años con una volatilidad históricamente baja-, pasamos de la euforia a la depresión en un abrir y cerrar de ojos. Un par de días de corrección después de una de las subidas más verticales de los últimos tiempos han bastado para deprimir a buena parte de los inversores. Más en Europa que en Wall Street, todo hay que decirlo.
Pero no se puede ignorar que algo ha cambiado en la psicología de los inversores, ni que la psicología es la fuerza principal que mueve los mercados. Warren Buffett siempre ha dicho que los inversores deben tener miedo cuando los demás son avariciosos, y ser avariciosos cuando los demás tienen miedo. Pues bien, el mercado actual lleva mucho tiempo sumido en la avaricia e ignorando el miedo: el S&P 500 no corrige un 10% desde principios de 2003, en el suelo de la tendencia bajista. Ya ha llovido.
No obstante, sigue habiendo muchas razones para invertir, que enumera Todd Harrison, editor del newsletter Minyanville: las compras del capital riesgo y la locura de fusiones y adquisiciones (que van camino de alcanzar un billón de dólares en 2007); el abaratamiento de las acciones como consecuencia de la debilidad del dólar; las confirmaciones técnicas de los principales índices, con nuevos récords que los medios han voceado a los cuatro vientos; y el momentum, esa fuerza indefinida que retroalimenta las subidas.
Sin embargo, ahora los inversores empiezan a sentir el aliento del miedo. Si vemos el comportamiento del mercado en tres fases psicológicas, negación, migración y pánico, Harrison cree que estamos por lo menos en la segunda parte de esta triada. En las últimas semanas, los alcistas daban la bienvenida a las malas noticias como oportunidades para aumentar sus posiciones, e incluso los más fervientes bajistas han llegado a recomendar comprar en la primera caída (el caso paradigmático es el popular Richard Russell). Es decir, fase de negación.
De esta forma, las caídas cada vez eran menores (el dinero entraba enseguida), algo que parece constructivo para la tendencia en la superficie, pero que es muy peligroso si se analiza desde el punto de vista psicológico. La fase de pánico suele ofrecer los mayores movimientos de precio, lo que es una bendición para los bajistas y una maldición para los alcistas.
Puede seguir subiendo, o no
La conclusión de Harrison es que sí, es factible que este rally todavía tenga piernas (expresión anglosajona que significa que puede continuar). Pero lo que está claro, en lo que podemos estar todos de acuerdo, es que la continuidad de la subida ha dejado de ser evidente . Es decir, ya no se puede dar por descontado, como hasta ahora, que la tendencia alcista va a continuar.
Este analista aconseja que recordemos cómo nos sentíamos en marzo de 2003. Los alcistas no tenían credibilidad, las noticias eran horribles y las empresas norteamericanas no tenían perspectivas. Fueron tiempos en que era difícil comprar acciones porque parecía un error. hasta que resultó ser un acierto. Ahora quizá las cosas no han alcanzado un grado de euforia similar a aquella depresión. Pero a la mayoría de los inversores les parece un error vender sus acciones (fase de negación). Y puede que no esté lejos el día en que sea un acierto.