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El G7 da un balón de oxígeno a Bernanke al apuntarse a su 'mundo maravilloso'

Ainhoa Giménez, Bolságora
16/04/2007 - 0:06

Ben Bernanke está cuestionadísimo en EEUU porque la realidad se empeña en contradecir su previsión del 'mundo perfecto' de crecimiento sin inflación: los datos de actividad se debilitan mientras los precios siguen muy altos.

Y también por haber traicionado las expectativas de una próxima bajada de tipos que él mismo creó con el comunicado posterior a la última reunión de la Fed.

Sin embargo, conserva su predicamento más allá de EEUU: el G7, en su reunión de este fin de semana, ha asumido íntegramente su visión optimista y la ha extendido al resto del mundo. Todo un espaldarazo para un Bernanke en la cuerda floja, que recibe un balón de oxígeno para el terrible dilema que le atenaza: mantener los tipos en el 5,25% o incluso subirlos más para controlar la inflación y arriesgarse a provocar una recesión; o bajarlos para estimular el crecimiento y arriesgarse a una explosión inflacionista.

Este dilema está pesando mucho sobre el optimismo de la renta variable, y, a juicio de muchos analistas, es lo que ha impedido hasta ahora que Wall Street vuelva a los niveles anteriores a la corrección de febrero y marzo.

El grupo de los siete países más desarrollados del mundo asegura en su comunicado que "aunque los riesgos se mantienen, la economía global está viviendo la expansión sostenida más sólida en más de 30 años y se está volviendo más equilibrada". Ahí es nada, no sólo hemos crecido mucho, sino que vamos a seguir haciéndolo y los desequilibrios -sobre todo los comerciales-, que tanto había criticado el G7, están desapareciendo.

Respecto a EEUU, afirma que la actividad "continúa siendo sólida, pese a que la demanda interna se modera a un ritmo de crecimiento más sostenible". De la posible recesión en EEUU de la que alertó Greenspan, ni media palabra. Trichet declaró a la prensa que Bernanke estuvo muy convincente en la reunión a puerta cerrada al afirmar que EEUU evitará esa recesión gracias a la fortaleza del consumo y al crecimiento de las exportaciones.

Ni siquiera Europa critica al yen

Algo más crítico que mostró el grupo sobre la situación de las divisas. Insistió en su habitual rechazo del "exceso de volatilidad y los movimientos desordenados en los tipos de cambio" como poco deseables para el crecimiento económico. Y también volvió a pedir a China mayor flexibilidad en el tipo de cambio del yuan.

Sin embargo, el G7 desaprovechó de nuevo la oportunidad de entrar en la mayor amenaza que se cierne sobre los mercados mundiales: el fin del carry trade en Japón (el conocido fenómeno que consiste en tomar dinero prestado en Japón a tipos muy bajos para invertirlo en activos más rentables en el resto del mundo). Este fenómeno ha depreciado el yen en los últimos años, lo que ha beneficiado a las empresas exportadoras niponas. Después de un aparente fortalecimiento del yen frente al dólar a finales de febrero y principios de marzo, la divisa japonesa ha retomado la senda bajista y el dólar ha vuelto a superar los 119 yenes. Hasta ahora, el nivel de 122 ha frenado todas las subidas desde que se perdió en 2002.

Pero claro, esta vuelta a las caídas del yen perjudica a las exportaciones de Europa, dado que el euro se encuentra al filo de sus máximos históricos frente al dólar, por encima de 1,35. El principal crítico de esta situación, el ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbrueck, no acudió a la cumbre, sino que se marchó de vacaciones a África.

Tanto los representantes de EEUU como el propio presidente del BCE, Trichet, se limitaron a mostrar su confianza en que la economía japonesa está en vías de recuperación y que el tipo de cambio debe reflejarlo. Ahora bien, esto conlleva otra amenaza muy seria: si el yen empieza a apreciarse en serio frente al dólar y los tipos suben de forma sostenida en Japón, muchos inversores desharán sus posiciones de carry trade, lo cual puede suponer grandes ventas y caídas para los mercados de deuda y de acciones