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La primera en la frente: aparecen fisuras en el consenso de los analistas

Bolságora
9/01/2007 - 0:26
Imagen del parqué de Nueva York

No hubo que esperar mucho para que se cuestionasen las previsiones generalizadas de los grandes brokers para 2007.

El mercado lo hizo a finales de la semana pasada a su manera: con brutalidad y de forma algo caótica. La sesión de ayer marcó una cierta vuelta a la normalidad, pero sería erróneo pensar que la tempestad del viernes pasado no fue más que una tormenta en un vaso de agua.

Por un lado, el desplome del petróleo y de las materias primas industriales nos envía malos augurios sobre el crecimiento mundial. Lo cual contradice frontalmente la fortaleza de la creación de empleo y el vigor de los salarios en Estados Unidos conocidos el viernes, unos datos poco coherentes con la idea de una caída inminente de la actividad.

¿A quién hay que creer? Claro que, en el corto plazo, se puede justificar el desplome del petróleo por el cálido invierno que vive el hemisferio norte. Y también se puede justificar el dato de empleo por un 'accidente estadístico' que se sale de la tendencia principal. De acuerdo. Pero la debilidad del petróleo no nos sirve para explicar el desplome del cobre, igual que el dato de empleo no puede ocultar el hecho de que la tasa de paro se sitúa en Estados Unidos en un nivel anormalmente bajo, dada la teórica desaceleración de la economía.

Más allá del corto plazo, tenemos ya un dilema cuya resolución marcará probablemente el rumbo de los mercados en los próximos meses: debilidad de la economía global y menos presión sobre los tipos a corto y a largo, por un lado; crecimiento norteamericano más sólido, vuelta a la normalidad de la curva de tipos y subida de los tipos a largo, por el otro.

Entre los dos escenarios, el rebote espectacular del dólar nos indica que los profesionales le dan más crédito a la segunda opción que a la primera. Según los futuros de los Fed Funds, la probabilidad de que la Reserva Federal recorte los tipos de interés antes del verano cayó desde el 50% al 25% tras la publicación de los datos del empleo. Eso puede marcar el inicio de un cambio drástico del consenso, si se impone la idea que la Fed no tendrá terreno para bajar los tipos hasta septiembre, como mínimo. No nos debe extrañar que estas dudas del mercado hayan pesado sobre los precios de los bonos, cortado en seco la caída del petróleo, aumentado la volatilidad de la renta variable y precipitado la caída del oro.

En Bolságora, tendremos muchas ocasiones en las próximas semanas para comentar el impacto a medio plazo de estos acontecimientos. Pero los primeros días de 2007 nos dejan ya las dos preguntas que tienen todas las papeletas para hacer moverse a los analistas en las próximas semanas: ¿Hasta qué punto hay que considerar la posibilidad de un rebote prematuro de la economía americana? ¿Y cómo puede reaccionar la renta variable? Y el riesgo es que lo que hizo subir a los mercados a finales de 2006 pierda su ímpetu en 2007.

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