De espectacular hay que calificar el comportamiento de anoche en Wall Street. Si había un día perfecto para corregir en condiciones, era ayer; y así fue en Europa, de hecho. Al batacazo de Tailandia y los inevitables temores a una repetición de la crisis de 1997, se sumó por la tarde un dato de precios industriales desastroso: un subidón del 2% en un solo mes, algo que no se veía en 32 meses.
Pero, con todos estos elementos bajistas (sin olvidarnos de los decepcionantes resultados de Oracle o la caída de la demanda mundial de crudo, signo de desaceleración económica), los índices lograron sobreponerse a una apertura bajista y cerrar al alza.
Y no sólo eso: el Dow Jones marcó nuevo máximo histórico con una subida del 0,24%. El S&P se anotó el 0,22%. La oveja negra volvió a ser el Nasdaq, que cerró con un recorte del 0,25%.
A la vista de esta nueva exhibición de fortaleza, hay que concluir que -salvo que lo de Tailandia se agrave- lo más probable sigue siendo que Santa Claus traiga nuevas subidas antes de fin de año. El más mínimo recorte atrae a nuevos compradores, que no tienen paciencia para comprar más abajo por miedo a que el mercado se les vuelva a escapar. En esas condiciones, el único camino posible es al alza.
Oracle recibió sus resultados con un batacazo del 4,5%, y Palm anticipó los suyos bajando el 2,1%; tras publicarlos mejores de lo esperado, subió el 4% en el after hours. Morgan Stanley siguió la estela de sus compañeros de sector y batió las previsiones, lo que le valió una subida del 1,5%.
En otros mercados, los bonos apenas reaccionaron a los precios industriales, y su rentabilidad se mantuvo en el 4,59%. Es más, el dólar cayó con fuerza frente al euro -que alcanzó los 1,32-, justo lo contrario de lo que cabría esperar si se anticipan mayores alzas de tipos en EEUU. A favor del euro jugó un IFO alemán más fuerte de lo esperado. Finalmente, el petróleo reconquistó los 63 dólares.