Estamos seguros de que 8 de cada 10 analistas europeos contestarían que hay sobrecompra en las bolsas de EEUU. Pero no está nada claro. Sin embargo, algunas encuestas sugieren que estamos todavía lejos de la euforia de 2003-2004.
Uno de los indicadores utilizados para valorar el mercado es el sentimiento de los inversores, de los asesores financieros por ser más precisos, tan numerosos en EEUU.
Según la teoría de la opinión contraria, cuanto más aumenta la diferencia entre los alcistas y los bajistas, más sobrecomprado está el mercado y más vulnerable es de cara a un giro a la baja. Imaginemos el caso extremo de una diferencia de 100%, es decir todos los asesores alcistas. ¿Quién seguiría dispuesto a comprar el mercado? Nadie y por lo tanto la primera mala noticia tendría un efecto devastador dado el optimismo de los inversores.
Se trata por supuesto de un ejemplo muy alejado de la realidad. En la práctica, los años recientes nos enseñan que una diferencia entre alcistas y bajistas del orden de un 30 a un 40% suele anunciar una corrección o un cambio más serio de Wall Street. Observemos el gráfico aquí abajo que va hasta el 3 de noviembre. La diferencia entre los bulls (alcistas) y los bears (bajistas) toca suelo en junio y sube con regularidad hasta noviembre. La curva acompaña a la recuperación de Wall Street. Si se compara los 26,1% alcanzados la semana pasada con los techos del pasado, se deducirá que el indicador se encamina hacia la zona peligrosa.
Sin duda pero nos parece insuficiente para deducir con firmeza que Wall Street ya está en terreno peligroso. Todavía faltan 14 puntos para los máximos históricos, es decir casi la mitad del terreno recorrido desde el suelo de junio. incluso si entráramos en terreno crítico, la experiencia de 2003-2004 demostró que no basta con anunciar una corrección. El optimismo de los inversores era entonces tan fuerte que transcurrió un año hasta que el mercado empezó a mostrar signos de cansancio serios. ¡Y mientras tanto, el S&P500 ganó en torno a un 15%!. Lo suficiente como para hacer llorar a un inversor que habría vendido con la primera mala noticia, en torno a diciembre de 2003.
Al fin y al cabo nos sirve también para hacernos reflexionar sobre la situación actual porque la potencia del rally desde junio recuerda el mercado de 2003. Por lo tanto, se requiere prudencia a la hora de tantear el sentimiento de los inversores. Las encuestas no tienen nada de mecánico y sólo son una herramienta entre otras para valorar el estado del mercado.