Wall Street está muy despistada con la acción coordinada de los bancos centrales para atajar la crisis de crédito. No sabe cómo tomársela. El miércoles no se sumó al 'rally' de las bolsas europeas, pero ayer tampoco se hundió como nuestros mercados. De hecho, fue reduciendo las pérdidas iniciales hasta que el Dow Jones y el S&P 500 terminaron en positivo.
La subida final fue del 0,33% para el Dow y del 0,12% para el S&P. Por el contrario, el Nasdaq mantuvo una caída del 0,1% al cierre. Si la lectura inicial de la acción de los bancos centrales fue positiva, luego surgieron enormes dudas sobre su eficacia y, sobre todo, sobre el mensaje implícito de que la crisis es tan grave que requiere una medida tan extraordinaria. A pesar de ello, Wall Street mantiene la confianza en una solución más o menos rápida; de ahí su resistencia a caer. ¿Una actitud suicida? Muchos piensan que sí, y no tardaremos mucho en saberlo.
Y eso que ayer tuvo bastantes argumentos más para bajar. Los precios industriales se dispararon el 3,2% en noviembre, la mayor subida en 34 años y muy por encima de lo esperado. También fueron malos los resultados de Lehman Brothers, el primer banco que da cuentas anuales, aunque no tan malos como muchos temían. Y Bank of America confirmó sus malas perspectivas.
En el lado positivo, las ventas minoristas lograron la mayor subida en seis meses, del 1,2%, lo cual indica que el consumo privado, de momento, no se ha visto afectado por la crisis financiera ni por la inmobiliaria.
En otros mercados, reina la misma indecisión que en la bolsa. El dólar se quedó con los datos de ventas e inflación, que apuntan claramente al fin de las bajadas de tipos, y subió frente al euro, que acabó en 1,4627 dólares. Los bonos hicieron la misma lectura, con lo que volvieron a caer en precio y a subir en rentabilidad, hasta el 4,18%. El petróleo corrigió el subidón de la víspera y cayó hasta 92,25 dólares.