Wall Street acoge el anuncio con subidas, mientras el dólar se debilita y el oro alcanza sus máximos históricos.
La primera entrega llegó en 2009. La segunda, en 2010. Y como no hay dos sin tres, la tercera podría llegar a las pantallas de cotizaciones en 2011. Se trata de los estímulos monetarios extraordinarios con los que la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, introduce dinero en la economía norteamericana mediante la compra de deuda en el mercado. Su nombre técnico se conoce por las siglas QE, provenientes de un concepto inglés -quantitative easing- que hace alusión a que se trata de una maniobra que busca introducir más cantidad de dinero en el sistema. Hasta ahora ha habido dos, el QE1 y el QE2, y el padrino de la institución, Ben Bernanke, abrió la puerta a que, llegado el caso, se active un tercero. El ya famoso QE3. "La posibilidad de que la reciente debilidad económica pueda ser más persistente de lo esperado y de que los riesgos deflacionistas resurjan implicaría la necesidad de un estímulo monetario adicional", admitió ayer en su comparecencia semestral ante el Senado. Posteriormente, y en respuesta a una cuestión de un senador, remachó: "Si los datos de inflación no son relevantes, el QE3 es una de las opciones".
Su mensaje cobro una mayor relevancia porque, en la víspera, la actas de la reunión que la Fed celebró en junio ya dejaron entrever que la entidad baraja esta posibilidad. Y, sobre todo, envalentonó a los inversores norteamericanos -y a los europeos-, que interrumpieron la racha bajista registrada Wall Street en las tres jornadas previas. Al final de la sesión, el Dow Jones subía un 0,36 por ciento, hasta los 12.491,6 puntos, mientras que el S&P 500 sumaba un 0,31 por ciento, hasta los 1.317,72 puntos.
No era para menos. La posibilidad de que la Fed sirva una tercera ronda cuantitativa es una invitación para que los inversores metan su dinero en los activos con riesgo. No en vano, elevar el precio de los activos es uno de los objetivos reconocidos de esa estrategia. Así quedó de manifiesto, por ejemplo, en el QE2. Durante su vigencia entre noviembre de 2010 y junio de 2011, el Dow sumó un 12,5 por ciento.
Atentos a las divisas
Los hilos de Bernanke también influyeron en las divisas. Y de nuevo como en 2010; esto es, con caídas del dólar. ¿El motivo? Simple: si la Fed crea más dólares, cada uno de los que exista debería valer menos. La divisa norteamericana se depreció un 1,4 por ciento contra el franco suizo, hasta los 0,819 francos, su mínimo histórico; cayó un 1,2 por ciento contra el euro, hasta los 1,416 dólares; y cedió un 0,3 por ciento contra el yen japonés, hasta los 78,9 yenes, el cambio más bajo desde marzo. En este sentido, la puesta en marcha del QE2 avivó la guerra de las divisas en 2010, ya que muchos países, principalmente los emergentes, vieron en ese movimiento la voluntad de forzar una devaluación competitiva del dólar.
En paralelo, la caída del billete verde dejó ayer en bandeja un nuevo máximo histórico del antidólar, es decir, el oro. La onza escaló hasta los 1.587,9 dólares.
Bill Gross compra más bonos
Con las dos primeras rondas cuantitativas, la Fed ha inyectado 2,3 billones de dólares en la economía: 1,7 billones con la primera y 0,6 billones con la segunda. Con esta munición, mezclada con unos tipos de interés que están entre el 0 y el 0,25 por ciento desde diciembre de 2008, Bernanke ha intentado reanimar la economía. ¿Lo ha logrado? "El QE2 ha sido exitoso para evitar la deflación -caída general de los precios-", concluyen desde Bank of America Merrill Lynch. Coincide Alberto Matellán, de Inverseguros, aunque matiza que "no ha logrado impulsar la economía a largo plazo". Hasta Bernanke lo reconoce así, puesto que ayer confesó que no esperaban que el QE2 "fuera la panacea para la economía".
Entonces, ¿para qué activar un QE3? Para evitar males mayores, como el regreso de la recesión, un mayor paro o la aparición de la deflación, aun a costa de asumir el riesgo de crear nuevas burbujas o desequilibrios con el dinero que está creando. Una apuesta a doble o nada... y con la que parece congeniar Bill Gross, el presidente de Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo. En mayo adivirtió de que sólo incrementaría el peso de la deuda norteamericana en su cartera si intuyera que EEUU podría volver a la recesión. Pues bien, según consta en la página web de la gestora, durante junio lo elevó del 5 al 8 por ciento en su fondo bandera, el Pimco Total Return.