"En unos comicios italianos siempre hay lugar para las sorpresas", reconoce Claudio Ferrarese, analista de Fidelity International. Sin embargo, en esta ocasión, aunque las encuestas apuntan a que el resultado, que cotizará el lunes, no será para nada esclarecedor y a que obligará a los tres grandes polos políticos -centroderecha, centroizquierda y antipartidos- a llegar a acuerdos para formar Gobierno, al estilo de la gran coalición alemana que está a punto de cerrarse, el mercado muestra una inédita tranquilidad ante una cita electoral de tanta importancia.
La germanización de la vida política del país transalpino gusta a las bolsas y aporta sosiego a los bonos. Y nada tiene que ver la serenidad con la que se afrontan hoy estas elecciones con la tensión con la que la eurozona vivió, en marzo y abril de 2017, los comicios de Holanda -en los que la ultraderecha se erigió como una seria amenaza- y, particularmente, de Francia -en los que la izquierda que encabezaba Jean-Luc Mélenchon, por un lado, y el populismo de Marine Le Pen, por otro, cuestionaban frontalmente el futuro de la Unión Europea tras el mal trago del Brexit-.
Los datos así lo demuestran. El FTSE Mib milanés -principal índice de la bolsa italiana- es el único entre las grandes referencias europeas que pisa terreno positivo en 2018 -repunta un 0,27%-.
Este contexto ha propiciado que en El Perfil del Mercado, la herramienta de elEconomista que pauta al inversor los principales riesgos del calendario político, macroeconómico y de los bancos centrales en los próximos meses, las elecciones en Italia han pasado de estar catalogadas como una dificultad de primera categoría, a un escollo de segunda. El jueves, el mercado se enfrentará a otro puerto de relevancia, la reunión del Banco Central Europeo (BCE).