Desde hace semanas los índices bursátiles se encuentran peleando entre dos frente. Por un lado, el de los economistas, especialmente aquellos que lanzan mensajes de alerta sobre una etapa de deflación para las economías mundiales, algunos de los cuales ya se sientan en la Fed de EEUU. Por el otro, el de las empresas, estilo Intel, que lanzan el mensaje de que la economía no está tan mal y mejoran sus estimaciones para el futuro. China ha quitado hoy la razón a los economistas más agoreros.
Ha anunciado que la ralentización de su crecimiento es pausada y sin caídas abruptas. Pero, como mucho, para los expertos, esto permitirá al mercado alejar los riesgos bajistas. Se está creando un contexto que favorece cada vez más una bolsa en lateral. Lo que queda, es aprovechar las oportunidades a corto plazo. Bolságora, por ejemplo, ha colocado en el radar para una operativa alcista a Tellabs, aunque, también alerta de que puede llegar una corrección a corto plazo en Telecinco. Y, para palpar hacia donde se va movimiento el mercado, seguir muy de cerca la cotización de los bonos estadounidenses y también de las materias primas.
El cobre, por ejemplo, es un indicador de tendencia económica mucho más fiable que el petróleo para lo que realmente interesa: saber hacia dónde se mueven las expectativas económicas. Y se encuentra justo intentando reconstruirse al alza.
En cuanto a las emisiones de renta fija a dos años se encuentran en un momento crítico por análisis técnico. La rebaja de previsiones de crecimiento de la Fed para este año y la sombra de una etapa, sino de caída de los precios, sí de inflación practicamente nula, alienta la compra de estas emisiones ante la expectativa de que los tipos de interés se mantengan en mínimos durante mucho tiempo.
Claro que para poder hablar de deflación duradera, los que deben romper hacia abajo niveles de rentabilidad que ya rozan mínimos son los bonos a largo plazo estadounidenses. El 30 años no lo ha llegado a confirmar. Y los últimos datos macroeconómicos (mejora de las expectativas de crecimiento de Japón y que China siga fuerte, con un PIB que avanza a más de doble dígito) es un importante aliado contra dicha expectativa. No sólo porque ayudará a que no haya una recaída abrupta de la economía de EEUU, sino porque colaborará a crear inflación, o a mantenerla a estos niveles, ayudando a sostener el precio de las materias primas.
Este contexto pone a alguna empresa china en el zapato de la renta variable. Por ahora, el rebote lo están sosteniendo dos cosas: "un ajuste hacia una menor prima de riesgo de recaída fuerte de la economía", apunta Alain Galibert, desde Bolságora, y los resultados corporativos.
Las empresas están lanzando un mensaje al mercado que es distinto al de que manejan los economistas y es que, en su caso, la situación va a mejor. Unas mejores ventas (es fundamental que el crecimiento ahora se produzca en ingresos y no en beneficio porque éste todavía está afectado por las políticas de recorte de costes). Y ahí es donde pueden tomar las riendas del mercado los analistas. En la medida en que las presentaciones de resultados traigan sorpresas positivas, eso engrasará la máquina alcista. Porque llegarán mejoras de valoración y de expectativas. Pero, tal vez, más a corto plazo de lo que debería.
El efecto de una buena temporada de resultados puede limitarse a tan sólo 2010 si los analistas no tienen visibilidad con la evolución económica a más largo plazo o las empresas no marcan objetivos más allá de este ejercicio. Y eso puede marcar un techo bursátil para el mercado hasta que el contexto económico tenga más visibilidad en el tiempo, si nos referimos sólo a la valoración fundamental.
A corto plazo, sin embargo, los alcistas pueden continuar mandando. Pero, principalmente, por un ajuste de una menor prima de riesgo, al estar entendiendo que más que una recaída fuerte en recesión, lo que pueden venir son años de escaso crecimiento. Bolságora entiende, por tanto, que nos encaminamos hacia un mercado lateral, con el punto a favor, eso sí, de que sea alcista.