La recuperación de las bolsas estaba apoyándose sobre tres grandes pilares. Por un lado, en la fortaleza del euro, que logró recuperar el nivel de los 1,28 dólares, una cota que parecía inexpugnable desde el mes de mayo. Por otro, la evolución de las materias primas como el cobre, cuya evolución nos puede dar pistas acerca del crecimiento a nivel mundial. Y por último, en los resultados empresariales, que están batiendo todas las expectativas al otro lado del Atlántico. Alcoa, Intel y JPMorgan son ejemplos de ello. Pero lo que ha tumbado al mercado a media sesión no ha sido otra cosa que la expectativa a largo plazo y ésta lleva por apellido economía real.
Salvando los buenos resultados empresariales de las grandes compañías norteamericanas, que sirven de sostén al mercado en el corto plazo, la mirada de los inversores está puesta más allá. Estados Unidos está mandando señales nada optimistas sobre lo que se puede avecinar en los próximos meses, y el temor a una doble recesión late en las paredes de los principales parqués mundiales.